Desde diversas partes del mundo llegaron el viernes los llamados a impedir que la tensión en Medio Oriente derive en mayores enfrentamientos después de que Israel atacara ayer a Irán. La ofensiva se leyó como una represalia por el ataque iraní del sábado pasado, en el que más de 300 drones y misiles fueron disparos hacia Israel, y en su mayoría interceptados sin que causaran daños.

El gobierno de Benjamin Netanyahu había anunciado que respondería. Sin embargo, el viernes no admitió ni negó que su país fuera el responsable de este ataque, así como tampoco se atribuyó el bombardeo del 1º de abril contra el consulado de Irán en Siria. Esa ofensiva, que mató a varias personas, entre ellas, un alto comandante de la Guardia Revolucionaria, originó esta escalada de enfrentamientos directos entre los dos países.

Pese a este silencio oficial, el ministro israelí de Seguridad Nacional, el extremista Itamar Ben Gvir, opinó en sus redes sociales que la del viernes fue una respuesta débil, informaron Europa Press y Efe.

El ataque impactó en la provincia de Isfahán, en el centro de Irán, donde se encuentran instalaciones nucleares y de producción de armamento. Según informó The Washington Post citando a una fuente oficial israelí, no se había determinado si esta acción causó daños, y en todo caso su objetivo era demostrar que Israel tiene la capacidad de llegar con sus armas hasta el centro de Irán.

Distintos medios internacionales informaron de un ataque con misiles, aunque Irán, que minimizó lo ocurrido, sólo mencionó que fueron derribados drones. “No hemos tenido daños”, dijo el comandante de Ejército iraní en la provincia de Isfahán, Siavosh Mihan-Dust, a la televisión estatal. También la Agencia Espacial de Irán negó que haya ocurrido un ataque con misiles.

“Los medios de comunicación partidarios del régimen sionista intentaron, en un esfuerzo desesperado, sacar una victoria de su repetida derrota y magnificar este tema”, dijo el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Hosein Amirabdolahian.

El titular del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, informó que no se registraron daños en las instalaciones nucleares iraníes. Sin embargo, pidió “a todos una extrema moderación”, dijo que la OIEA “está siguiendo muy de cerca la situación” y recordó “que las instalaciones nucleares nunca deben ser un objetivo en los conflictos militares”.

La Oficina del Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los Derechos Humanos señaló: “Es difícil obtener aún información exacta, pero urgimos a las partes a que den pasos hacia una desescalada de la situación”. Su portavoz, Jeremy Laurence, también pidió a los países que puedan tener influencia en este conflicto que hagan “todo lo posible para garantizar que no haya deterioro en una situación que ya es extremadamente precaria”. Manifestó la preocupación del titular de esa oficina, Volker Türk, por el “costo humanitario y en materia de derechos humanos que podría tener esta escalada si se convierte en un conflicto más amplio en Medio Oriente”.

Egipto, Jordania, Omán y Emiratos Árabes Unidos llamaron a las partes en este conflicto a evitar que se extienda, informó Efe. “La escalada regional es un peligro que debe evitarse. Condenamos todas las acciones que conduzcan a una guerra regional”, manifestó el canciller de Jordania, Ayman al Safadi, y agregó que los esfuerzos de los países de la zona deben centrarse en “la brutal agresión israelí contra la Franja de Gaza”.

La cancillería de Egipto manifestó que “seguirá intensificando sus contactos con todas las partes interesadas e influyentes para contener la tensión y la escalada”. A su vez, el gobierno de Emiratos Árabes condenó “el ataque israelí a Isfahán”, así como “los repetidos ataques militares de Israel en la región”, y llamó al diálogo sobre el conflicto de fondo.

Los tres países lamentaron también el “fracaso” del Consejo de Seguridad de la ONU en su intento de reconocer a Palestina como Estado miembro, una iniciativa que fue vetada el jueves por Estados Unidos, el único integrante del consejo que votó en contra.

Qatar, Arabia Saudita y Líbano también cuestionaron la decisión estadounidense, al tiempo que la Organización de Cooperación Islámica, que reúne a decenas de estados, señaló que el veto se aplica “en momentos en que el pueblo palestino está expuesto a los niveles más duros de agresión, persecución y genocidio”.

También el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, manifestó su malestar por el veto estadounidense a Palestina y dio a entender que se reunirá este sábado con el líder político de Hamas, Ismail Haniye, sin dar detalles sobre los temas a tratar. En cuanto al ataque a Irán, consideró que tanto el gobierno israelí como el iraní mienten, y agregó: “Nadie se hace cargo. No hay declaraciones que no sean absurdas”.

El viernes el gobierno estadounidense se negó a pronunciarse sobre estos hechos. Después de una reunión de ministros de Relaciones Exteriores del G7, el secretario de Estado, Antony Blinken, sólo aclaró que Estados Unidos “no está implicado en operaciones ofensivas” y que trabaja para frenar la escalada en Medio Oriente.

El Pentágono informó que el secretario de Defensa, Lloyd Austin, habló por teléfono con su par israelí, Yoav Gallant, acerca de la “estabilidad” en esa región. Sin embargo, tampoco este comunicado mencionó el ataque contra Isfahán.

Serguéi Lavrov, el canciller ruso, informó que el gobierno de su país mantuvo contactos con representantes de Irán y de Israel. “Dejamos muy claro en estas conversaciones y transmitimos a los israelíes que Irán no quiere una escalada”, manifestó.

También Brasil, Francia y Alemania llamaron a evitar un mayor conflicto. La canciller alemana, Annalena Baerbock, dijo que “todos deben actuar con contención y con responsabilidad, porque ni la gente de Israel ni la de Irán, ni de otros terceros países quieren una catástrofe”.

Para el responsable de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, es necesario “garantizar que la guerra en Gaza no se extienda al resto de la región”.