Desde mediados de la década de 2010, latinoamericanos adinerados, sobre todo venezolanos, han optado por instalarse en la capital española. A ello se suma la llegada paralela de cientos de miles de sus compatriotas menos afortunados que han venido a ocupar los empleos más precarios o a crear pequeños comercios. Entre ellos hay un potencial de futuros votantes que la derecha busca atraer.

Veredas inmaculadas, amplias avenidas arboladas, transeúntes elegantes, restaurantes gourmet. El barrio madrileño de Salamanca, donde el ingreso medio de sus habitantes los sitúa entre el uno por ciento más rico de España, cuenta con todos los atributos habituales de un buen distrito de una capital europea. Este reducto de la alta burguesía, que las bombas de Francisco Franco durante el asedio de la ciudad entre 1936 y 1939 esquivaron con prudencia, acoge ahora a una nueva población extranjera igualmente privilegiada.

Migrantes acomodados, y no tanto

“Hay unos 5.000 venezolanos ricos en Salamanca”, explica David Placer, que se define como “periodista independiente especializado en la comunidad venezolana”. Juan Carlos Gutiérrez es uno de ellos. Nos recibe de forma calurosa en su nuevo restaurante, Impero. Los detalles están bien cuidados, al igual que la imagen de este abogado penalista que hoy se especializa en derecho internacional de los derechos humanos, tanto en la práctica privada como en la Corte Penal Internacional (CPI). Con su cocina abierta, sus chefs italianos, su artista ecuatoguineano cantando ópera y su ambiente cosmopolita, el abogado de las figuras de la oposición al chavismo parece encantado con su primera inversión en España.

Tres expresidentes mexicanos de derecha también han optado por instalarse en la Comunidad de Madrid: Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Carlos Salinas de Gortari, que recientemente obtuvo la nacionalidad. Desde 2013, muchos otros han elegido la capital española como su nuevo remanso. Estos venezolanos, mexicanos y colombianos que han venido a invertir aquí, y a veces a vivir y trabajar, ponen la mirada en propiedades más discretas –y también más caras– que los restaurantes italianos. Se trata, sobre todo, de departamentos reformados por completo y al más alto nivel por promotores especializados. El barrio de Salamanca está lleno de ellos. “Tienen entre 300 y 400 metros cuadrados, lo normal en este tipo de departamentos, con un precio medio de 12.000 a 14.000 euros el metro cuadrado”, explican Ofelia Núñez y Carlos de Almeida, directora de la inversión residencial y director de la nueva construcción residencial, respectivamente, de la filial española de la consultora inmobiliaria estadounidense Coldwell Banker Richard Ellis (CBRE). El precio medio por metro cuadrado en la capital se estimó en 4.200 euros en abril, frente a los 3.977 euros de un año antes.

Los cambios introducidos por el Partido Popular (PP) en 2013 explican en gran medida el repentino interés de los latinoamericanos por los inmuebles de lujo en Madrid. “Una de estas disposiciones es la creación de las SOCIMI [Sociedad Anónima Cotizada de Inversión en el Mercado Inmobiliario], empresas dedicadas a la especulación inmobiliaria que casi no pagan impuestos sobre los beneficios”, explica Valeria Racu, portavoz del Sindicato de Inquilinos de Madrid. “Esto hace que el ciclo especulativo sea muy rápido”. El clan de Henrique Capriles Radonski, candidato en las elecciones presidenciales venezolanas contra Hugo Chávez en 2012 y Nicolás Maduro en 2013, no tardó en abrazar este nuevo régimen fiscal, como demuestra la creación de Agartha (2014) y Orinoquia Real Estate (2017), dedicadas respectivamente al coworking y al alquiler temporal de alojamientos de lujo.

“Madrid tiene la presión fiscal más baja de todas las regiones españolas”, afirma Kuka Jiménez, directora de comunicación de Invest In Madrid, organismo que depende de la dirección de Economía de la Comunidad Autónoma de Madrid. “Actualmente es la única [...] que no tiene impuestos locales propios”, afirma con entusiasmo. Esta elección le ha permitido convertirse en el principal punto de entrada de la inversión extranjera directa1, con más del 50 por ciento del total de este tipo de inversiones en el país. Pablo Carmona, de la Fundación de los Comunes, lo califica de “enorme dumping fiscal”2.

“Cada semana tenemos dos o tres inversores de América Latina que buscan comprar una vivienda, el 80 por ciento en Madrid”, explica uno de los cofundadores de Cremades & Calvo-Sotelo. Javier Cremades, uno de los abogados más prestigiosos del país, nos recibe en sus oficinas, decoradas con retratos de los dos creadores del gabinete legal. Desde la elegante calle Jorge Juan, en pleno barrio de Salamanca, Cremades asesora a las fortunas extranjeras que desean establecerse en España y presta asistencia en materia de derechos humanos. En particular, ayuda a la oposición venezolana en el exilio. “También hemos trabajado para el gobierno de Juan Guaidó para intentar recuperar activos [NdR: del Estado venezolano en beneficio de esta administración paralela]”, nos informa.

Pero el dinero no es el único motivo de la emigración. Muchos de los venezolanos que han llegado en tiempos recientes a Madrid están en malos términos con el gobierno de Nicolás Maduro. “En 2017 estaba agotado físicamente”, dice Gutiérrez, ahora socio del gabinete Cremades & Calvo-Sotelo. Se fue del país y abandonó su negocio de hotelería y venta de autos. Antonio Ledezma, alcalde de Caracas entre 2008 y 2015, uno de los opositores más hostiles al gobierno, también dejó el país en 2017. En cuanto llegó, el expresidente del gobierno del PP, Mariano Rajoy, le ofreció la nacionalidad española y él la rechazó. Otros aceptaron, como el padre del opositor radical Leopoldo López Gil, hoy diputado europeo del PP, los padres de Capriles Radonski, y el periodista y exdiputado Miguel Henrique Otero. El diario que Otero dirige actualmente, y del que es propietario, El Nacional, en su momento favorable a Hugo Chávez cuando iba camino a su primera elección (1998), se vio atacado por el poder actual. Ahora Otero dirige desde su casa una edición digital del periódico, cuya línea define como “opuesta a los populismos de izquierda”.

Sin embargo, no todos los recién llegados a Madrid desde América Latina son multimillonarios, exdirigentes de derecha u opositores políticos. “El número de venezolanos se ha disparado en los barrios de Entrevías y San Diego”, observa Placer. “Son zonas pobres de Madrid”. Además de la oposición exiliada, un enorme número de venezolanos ha venido a España con la esperanza de una vida mejor.

Un paseo por el mercado cubierto de Maravillas, en el barrio obrero de Tetuán, demuestra por qué. El edificio alberga numerosas tiendas, la mayoría administradas por latinoamericanos. Además de la harina de maíz con la que se hacen las arepas, los panes típicos de la cocina colombiana y venezolana, hay montones de ejemplares del quincenal gratuito El Venezolano. El señor T, venezolano, lleva cuatro años vendiendo arepas aquí y admite de manera abierta: “No me meto mucho en política. Venimos por motivos económicos”. Un poco más allá, Gema Serrano tiene un puesto de hortalizas. Su pareja es venezolana y vino a Madrid “por motivos de seguridad más que de política” y porque “era más fácil que ir a Estados Unidos”.

Desde 2015, los migrantes latinoamericanos engrosan la cifra de llegada de extranjeros a la Comunidad de Madrid. Suponían el 49 por ciento (561.000 personas) de los inmigrantes a la Comunidad autónoma en enero de 2015, y el 58 por ciento (816.000) a principios de 2022. Mientras que el número de personas provenientes de China, Marruecos y Rumania se ha estancado o ha descendido, el número de venezolanos, colombianos, peruanos, dominicanos y hondureños, sobre todo, ha aumentado de modo considerable. En 2021, los ecuatorianos privarían a los rumanos de su título de comunidad extranjera más numerosa de la región, antes de ser superados por los propios venezolanos en 20223.

“La mayoría son de clase media o acomodada, con títulos universitarios. Los pobres huyen a pie”, explica Cremades. Este perfil sociológico lo confirma el director de El Nacional, Otero: “Los que llegan aquí son los más ricos, porque hay que comprar un billete de avión. Para llegar a Colombia basta con cruzar un puente”. Los más precarios forman el grueso de las tropas de repartidores en bicicleta que recorren la ciudad en nombre de Uber Eats, Deliveroo y Glovo. Pedro H, uno de estos trabajadores de las plataformas, confirma el fenómeno: de los ocho repartidores con los que espera pedidos en la plaza de la glorieta de Cuatro Caminos en Madrid, en el barrio de Tetuán, seis son venezolanos y dos colombianos. La mayoría del grupo alquila el derecho a usar la aplicación a un autónomo declarado, al no tener un permiso de trabajo. Todo por una disponibilidad de diez horas diarias y unos ingresos finales de entre 600 y 800 euros al mes.

Porosidad de las derechas

El idioma y la cultura pueden ser factores que faciliten la integración, pero los más pobres no son recibidos con los brazos abiertos. Sin embargo, a diferencia de los migrantes de otras nacionalidades, a los venezolanos se les suelen conceder permisos de residencia. Y esto es así desde 2018 y a partir de una decisión de la Comisión Interministerial de Asilo y Refugio –bajo el gobierno de Mariano Rajoy– que otorga a los venezolanos la posibilidad de obtener el derecho de residencia por razones humanitarias y no bajo el derecho de asilo. En total, según datos del Ministerio del Interior, entre 2019 y 2022 se emitieron 113.487 resoluciones favorables para personas provenientes de Venezuela. Según Elena Muñoz, responsable jurídica de la Comisión Española de Ayuda a los Refugiados, una organización no gubernamental (ONG) que obra en favor de los solicitantes de asilo, “el 98 por ciento de estas autorizaciones [por motivos humanitarios] se ha dado a venezolanos”. Los latinoamericanos también pueden solicitar la nacionalidad española tras dos años de residencia legal en el país, además de las facilidades de visado turístico de las que gozan los nacionales de la mayoría de los países de donde provienen.

Para los más acomodados y con más estudios universitarios, la situación es diferente. La calidad de vida de una capital europea, la presencia de numerosas universidades privadas, unos precios inmobiliarios de lujo que siguen siendo relativamente atractivos si se los compara con Miami o París, un idioma y una cultura en común, y la solidaridad de clase que funciona gracias a relevos bien situados con los gobiernos, sobre todo de derecha, han hecho de Madrid su destino de moda.

“Siempre ha habido una relación muy intensa entre la derecha española y la derecha venezolana”, confirma Juan Carlos Monedero, profesor de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid, especialista en América Latina y cofundador del partido de izquierda radical Podemos. Si bien sus vínculos tienen una dimensión personal y empresarial muy fuerte, según él, también son estrechos en términos políticos.

Reelecta en mayo de 2023 con mayoría absoluta de bancas al frente de la Comunidad Autónoma de Madrid, y convertida ahora en figura principal del PP, la ultraliberal Isabel Díaz Ayuso ha hecho del antichavismo un mantra de su discurso. Su lema “comunismo o libertad” ha sido muy utilizado por su formación desde las elecciones municipales de 2021. Una nueva rama de la dirección del PP de Madrid, dedicada a los “nuevos madrileños” y puesta bajo el control de Díaz Ayuso, fue creada y confiada a un venezolano, Gustavo Eustache. Aunque Eustache, con quien nos reunimos en la sede de la agrupación, sobre la calle Génova, afirmó haber “trabajado con un gran número de comunidades”, admitió que su principal objetivo son los hispanoamericanos, que representan “el grueso de las personas con derecho a voto”. Eustache, que luce con orgullo su pulsera de “comunismo o libertad”, conoce de memoria las cifras y la composición de las comunidades extranjeras, y labra de modo incansable el terreno en favor de su candidata, aunque sea visitando los altares de las iglesias evangelistas a las que acude con regularidad la franja más conservadora de este electorado4.

¿Se ha convertido en un aspecto clave para el PP? A nivel nacional, la cuestión no se plantea realmente: el número de latinoamericanos con doble nacionalidad, que por tanto tiene derecho a voto, es demasiado bajo. Según el periódico madrileño El País5, los datos del Instituto Nacional de Estadística español permiten identificar 2,2 millones de extranjeros con derecho a voto a nivel nacional (6,5 por ciento del padrón electoral), de los cuales 1,5 millones son latinoamericanos (4,3 por ciento del padrón electoral). En Madrid, en cambio, la situación es bien diferente: por una parte, la concentración de nacidos en el extranjero es mucho mayor y, por otra, los ciudadanos con doble nacionalidad no son necesariamente los únicos que votan. De hecho, cuando existe un acuerdo que permite a los españoles votar en un país extranjero, España aplica la reciprocidad para las elecciones municipales.

“Esta es la nueva realidad: representamos el 21 por ciento de la población, casi un millón y medio de personas –61 por ciento de origen latinoamericano, 21 por ciento de origen europeo– y un millón de personas con derecho a voto [en las elecciones municipales de las ciudades de la comunidad autónoma]: 500.000 como consecuencia de acuerdos bilaterales y 500.000 como consecuencia de la obtención de la nacionalidad española”, explica Eustache, responsable de los “nuevos madrileños”. Por cierto, no es un número despreciable, pero no significa que todos voten ni que todos voten a la derecha. Si se compara con el peso electoral de los latinoamericanos en la región de Miami –915.000 personas, es decir, el 58 por ciento de los votantes registrados, donde un tercio son cubanos–, el peso de los latinoamericanos en Madrid debe relativizarse6.

El interés de la derecha por construir esta narrativa antichavista y pro inmigración latinoamericana es, en realidad, oportunista: dirigida a los españoles, contribuye a movilizar al electorado conservador y burgués gracias al sempiterno miedo a los comunistas dispuestos a tomar las avenidas de la capital, oponiéndoles una definición liberal de la libertad. La demonización de la izquierda, pronta a transformar España en un “caos digno de Venezuela”, es también un ejemplo repelente que le permite contener a su rival de extrema derecha, el partido Vox, jugando la carta del voto útil. “En la construcción de la figura del villano universal, Venezuela ha sustituido a Cuba y la Unión Soviética”, analiza Monedero. “Es más, algunos en España, y Podemos en particular, hemos tenido trato con gobiernos progresistas de América Latina. Yo trabajé con Chávez, por ejemplo”.

La insistencia de este tema en el discurso del PP y de Vox puede verse también como un marcador ideológico dentro de la derecha. Es muy útil para la derecha porque le permite oponer un fracaso a su propio fracaso: el del capitalismo neoliberal y su crisis de 2008, que golpeó a España con dureza. La derecha venezolana y la derecha española buscan construir la legitimidad de su discurso sobre una postura de defensa incondicional de la democracia. Mientras Díaz Ayuso ya no duda en llamar dictador al actual presidente del gobierno, Pedro Sánchez, Antonio Ledezma afirma que Podemos “es una franquicia del chavismo”. ¿Y el partido ultraderechista Vox no relativiza los crímenes del franquismo? “Defienden la democracia”, explica. En octubre de 2020 incluso llegó a firmar la “Carta de Madrid”, un documento impulsado por una fundación presidida por Santiago Abascal, el dirigente de Vox. En ella, el Foro de San Pablo, estructura que aglutina a la izquierda latinoamericana, es calificado como “grupo criminal” y los gobiernos de izquierda de la región como “totalitarios”7. Otros firmantes son Marion Maréchal (sobrina de la dirigente ultraderechista francesa Marine Le Pen), Eduardo Bolsonaro (hijo del expresidente de extrema derecha de Brasil) y Giorgia Meloni (líder de Fratelli d’Italia y actual presidenta del Consejo de Ministros de Italia).

La porosidad entre las derechas a ambos lados del Atlántico se acentúa por el hecho de que la mayoría de los miembros de la comunidad venezolana menos politizados y con poco o nada de dinero no son admiradores del régimen de Maduro. A menudo esto los vuelve sensibles a las críticas sobre el papel del Estado o los males del “socialismo”. “Es lógico pensar que no van a afiliarse a partidos similares a aquellos de los que huyeron”, señala Leopoldo López Gil.

“El voto latino que huye de América Latina es un voto conservador: familia, ley, orden, libre empresa”, quiere creer, por su parte, Otero. Monedero confirma: “A corto plazo, es prácticamente imposible convencerlos de que apoyen a la izquierda porque su arquitectura neuronal les dice que la izquierda es mala”. Esta intuición parece confirmada por un estudio realizado en 2021 por Laura Morales y Carles Pàmies, en el que los investigadores afirman que “los venezolanos [residentes en España] son mucho más proclives a votar a partidos de derecha que el resto de los latinoamericanos”8.

Pero, ¿son realmente tan de derecha los venezolanos que emigraron? “En realidad, son más antichavistas que de derecha”, afirma Placer. En estas condiciones, es difícil formar un bloque ideológicamente coherente. Muchos de nuestros interlocutores también señalaron la falta de estructura real de la comunidad, donde cada grupo tiene su propia agenda. “No es una comunidad muy fuerte, sino que cada uno se ocupa de sus asuntos”, explica, por ejemplo, T, el comerciante del mercado de Maravillas. El periodista David Placer también señala la falta de estructura en y entre los distintos grupos de venezolanos: “No creo que su objetivo sea influir en su país de origen desde Madrid. Les falta una visión. Su objetivo es más bien tener peso en sus propios asuntos aquí, entre ellos”, resalta. En su opinión, su inclinación tan a la derecha también es una desventaja: “En Estados Unidos, los cubanos son más astutos, mantienen contactos con ambos bandos; aquí, se han olvidado del PSOE [Partido Socialista Obrero de España], que está en el poder”.

Aunque aún no se han analizado los efectos políticos de la llegada de latinoamericanos ricos, este fenómeno ya tiene otras consecuencias: “Está generando un proceso de gentrificación”, explica el sociólogo Andrés Walliser. En su opinión, esto se debe a un cambio significativo en la estructura de la propiedad inmobiliaria en las zonas en cuestión. “Hoy, en estas zonas, el mercado está saturado; quedan pocos edificios de una sola familia”, confirman Ofelia Núñez y Carlos de Almeida, de CBRE España. Por ello, los compradores se están yendo poco a poco a otras zonas, un fenómeno propio del proceso de gentrificación y su extensión. “Los fondos de inversión y las agencias especializadas están desalojando a los inquilinos [disparando los alquileres], que se trasladan a otros barrios, de los que, a su vez, están desalojando a los vecinos”, resume Racu.

Al menos, a falta de una capital de oposición de derecha a los gobiernos latinoamericanos de izquierda, los millonarios del continente habrán participado activamente en la aparición de una Miami inmobiliaria basada en el dumping fiscal.

Héctor Estruch y Vladimir Slonska-Malvaud, periodistas. Traducción: Emilia Fernández Tasende.

Golden Visa

Un pase libre para los ricos

En 2013, cuando la recesión provocada por la crisis inmobiliaria y de la deuda puso al país de rodillas, el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, creó un nuevo permiso de residencia, bautizado “golden visa” (visa dorada). Se concede a los extranjeros que adquieran propiedades por un valor superior a 500.000 euros, inviertan al menos un millón de euros en empresas españolas o presenten un proyecto de creación de una empresa. En total, se ha entregado la preciada llave maestra a 31.000 personas, en el 94 por ciento de los casos después de adquirir una propiedad. Íñigo Errejón, líder del partido de izquierda Más País, que encabeza la lucha para derogar la ley, la considera un mero “pase libre para los ricos”. El 8 de abril el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, indicó que será eliminada ya que “la vivienda es un derecho constitucional y no un mero negocio especulativo” (10-4-2024, CNN).

Portugal, donde se introdujo un derecho de residencia similar en 2012, decidió ponerle fin a principios de 2023 como parte de su política de “lucha contra la especulación inmobiliaria” (16-2-2023, Swissinfo). El Parlamento Europeo se ha opuesto a este mecanismo al menos desde hace cinco años (Euronews, 28-3-19) por considerarlo un riesgo potencial para la seguridad comunitaria y un camino para el lavado de dinero. Por ahora este polémico programa se mantiene en Hungría, Italia, Grecia y Malta.


  1. “Inversión exterior”, Subdirección General de Análisis Económico, Madrid, segundo trimestre de 2022. 

  2. Ver fundaciondeloscomunes.net

  3. Fernando Peinado, “Madrid, cada día más hispanoamericana: casi el 60 por ciento de los inmigrantes procede de la América que habla español”, El País, Madrid, 10-10-2022. 

  4. Fernando Peinado, “Así hace campaña el PP de Ayuso en las iglesias evangélicas: ‘Tenemos unas elecciones importantes en mayo’”, El País, Madrid, 3-4-2023. 

  5. Fernando Peinado, “¿A quién votan los hispanoamericanos?”, El País, Madrid, 26-3-2023. 

  6. Laura Morales y Carles Pàmies, “El voto de los venezolanos (y otros latinoamericanos) en Madrid: mitos y realidades”, elDiario.es, 26-4-2021. 

  7. Ver fundaciondisenso.org/carta-de-madrid

  8. Laura Morales y Carles Pàmies, op. cit.