¿Qué le hace reír sin parar?

Fantin, mi hijito de cuatro años.

¿Y llorar?

Las películas. 

¿Qué abrazo no se le quita del cuerpo?

El de algunos países a los que voy a montar mis obras de teatro.

¿Qué sueño recuerda con más intensidad?

Estoy en mi gran apartamento parisino y me doy cuenta, después de haber vivido allí por años, que hay una puerta que da a otras piezas enormes.

¿En qué momento se sintió más vivo?

Cuando pongo en escena todos los días.

¿Qué cocina para sus amigos?

No cocino. 

Un libro que no haya leído impunemente.

Todo Marcel Proust. 

Una música.

No escucho música, porque escribo y debo estar en silencio y tranquilo.

Una película.

Le mépris (El desprecio, 1963), de Jean-Luc Godard. 

Un fuego que no deje de arder.

Escribir.

Alguien o algo que dejar arder en el fuego.

Nada ni nadie. 

¿Con qué personaje histórico se tomaría un café?

Jules Laforgue o Garibaldi, porque ambos son de aquí1.

¿Y con cuál se iría de copas?

No salgo, llego a casa inmediatamente después del ensayo para escribir. Suena triste, pero es todo lo contrario; escribir es una alegría absoluta.

¿Qué estatua quitaría para siempre?

No soy partidario de derribar estatuas. Al contrario, me parece bien que estén allí para una relación dialéctica, es decir, crítica, con su presencia.

Galeano dijo que la receta perfecta del marxismo mágico es mitad razón, mitad pasión y una tercera mitad de misterio. ¿Qué tres personajes combinaría usted para sus propias ideas?

Sin respuesta.

¿Su instante de teatro preferido?

Los saludos.

¿Brecht o Molière?

Molière. 

¿Qué pecado prefiere?

La soledad. 

¿Qué le diría a Dios?

Absolutamente nada. 

¿En qué le gustaría reencarnar?

Estuve en India y la perspectiva de una reencarnación no es demasiado atractiva.

¿De qué color es la imagen que le devuelve el espejo?

El real.

¿Cuál es el disfraz más peligroso?

El de todos aquellos que representan un papel en la vida. 

¿Qué escribiría en un muro?

“POESÍA”, como lo hice a los 13 años, cuando comencé a escribir.

¿Y en la pared de un baño?

“Te quiero”.

¿Qué cosas nunca pueden estar divorciadas?

Mi amor por el arte del teatro.

¿Para qué le sirve, a usted, la utopía?

No tengo utopía, sino que la realizo en cada producción. Hacer teatro es concretar una utopía.

¿A qué le dice No, sobre todas las cosas?

A las invitaciones de cualquier tipo que me impiden escribir.

¿Cuál es la peor palabra del sistema?

Sistema. 

¿Qué vena sangra más, de las que siguen abiertas?

A diferencia de muchos pueblos y personas de la Tierra, tengo la inmensa suerte de no sangrar.

¿Qué pueden hacer los nadies para dejar de serlo?

Creer en la belleza.

Traducción: Le Monde diplomatique, edición Uruguay.


  1. NdR: Esta respuesta puede leerse tanto con centro en Niza como en Montevideo. Giuseppe Garibaldi, héroe de la libertad italiana, nació en esa ciudad francesa y luchó en la Guerra Grande uruguaya. Laforgue, poeta francófono nacido en la capital uruguaya, supo escribir sobre Niza.