A pesar de que hubo un aumento “magro” del PIB, los datos de pobreza señalan que Uruguay está “significativamente peor” que en 2019 a causa de la caída de los salarios reales y la falta de reducción de impuestos que estuvieran destinados a la población más vulnerable, dijo a la diaria la profesora agregada del Instituto de Economía Gabriela Mordecki.

“Si uno mira los datos, más allá de que el crecimiento fue magro, hubo un aumento del PIB; sin embargo, eso no se tradujo en mejora de todos los estratos sociales. Evidentemente, los más pobres no mejoraron sus posibilidades, si bien cae un poco la pobreza respecto de 2020, el año más grave de las medidas por la covid-19, los datos muestran que estamos significativamente peor que en 2019 y en eso impactó la caída de los salarios reales”, afirmó Mordecki.

La economista, que es investigadora de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, señaló que, a pesar de que el Poder Ejecutivo resalta las bajas en algunos impuestos, esas reducciones beneficiaron a los sectores de salarios mayores y no a los más vulnerables. En ese sentido, consideró que una medida que podría haber sido efectiva son los descuentos del IVA. Por otra parte, señaló que es necesario invertir más en educación para impulsar una mayor producción de calidad en Uruguay.

“Es importante que desde afuera no vean simplemente que Uruguay lo que tiene es tierra, campo y árboles, que también tiene inteligencia, gente educada, que maneja las tecnologías. Si bien hay algunas herramientas que tenemos, como por ejemplo el Plan Ceibal, yo creo que habría que hacer una apuesta muchísimo mayor para lograr profundizar las políticas y que los uruguayos no solamente salieran de la pobreza, sino que además pudieran tener una calidad en su educación que permita que el país mejore su situación y de esa forma el bienestar de todos”, reflexionó.

Se ha señalado que Uruguay presenta un magro crecimiento en el promedio de los últimos años. ¿Cómo evalúa este resultado?

Es un dato de la realidad. En 2023 la economía creció apenas 0,4%, y si uno hace la cuenta de los últimos años, es verdad que tuvimos la pandemia en 2020 y eso fue un shock inesperado que produjo una caída muy fuerte de la actividad, pero la economía ya venía más lenta en los últimos años del segundo gobierno de Tabaré Vázquez.

Si bien hubo una cantidad de grandes obras que se terminaron ejecutando, por las cuales se esperaba un crecimiento mayor de la economía, la pandemia lo frenó y algunas políticas que siguieron provocaron que la recuperación no fuera tan importante como podría haber sido.

Asimismo, la fuerte sequía del año pasado complicó mucho la situación, y los precios relativos con Argentina afectaron a otra parte de los sectores. Entonces, por razones coyunturales y por algunas decisiones de política económica, como por ejemplo permitir la caída de los salarios reales, el consumo no fue una ayuda en ese momento para lograr compensar otros problemas.

Por tanto, terminamos creciendo muy poco en los últimos años en comparación con lo que sucedió en la década anterior, cuando las tasas de crecimiento fueron bastante importantes. Si uno hace el promedio total, las tasas de crecimiento son muy bajas, y todos están de acuerdo en que con ese bajísimo indicador no vamos a lograr despegar como economía para tener un crecimiento que permita mejorar otros aspectos, sobre todo el de la pobreza infantil.

“El crecimiento en realidad es muy desigual, eso está comprobado dentro de cualquier economía capitalista. Por lo tanto, para que eso vaya hacia los sectores de menores ingresos se precisan políticas efectivas, acciones que en este gobierno no se han priorizado”.

Siempre se menciona que la pobreza tiene cara de niño. ¿Cómo evalúa la situación en Uruguay y las acciones del gobierno en esta materia?

Si uno mira los datos, más allá de que el crecimiento fue magro, hubo un aumento del PIB; sin embargo, eso no se tradujo en una mejora de todos los estratos sociales. Evidentemente, los más pobres no mejoraron sus posibilidades, si bien cae un poco la pobreza respecto de 2020, el año más grave de las medidas por la covid-19, los datos muestran que estamos significativamente peor que en 2019 y en eso impactó la caída de los salarios reales.

Si bien el mercado de trabajo tuvo un desempeño relativamente bueno y cayó también la informalidad, que es otro factor que se menciona normalmente, los empleos generados no fueron de los mejores. Por lo tanto, eso no repercutió directamente en el progreso de estos indicadores. Para poder modificarlos no alcanza con crecer, porque el crecimiento en realidad es muy desigual; eso está comprobado dentro de cualquier economía capitalista. Por lo tanto, para que eso vaya hacia los sectores de menores ingresos se precisan políticas efectivas, acciones que en este gobierno no se han priorizado.

Más allá de que el Ministerio de Desarrollo Social ha impulsado algunas políticas para atender puntualmente algún problema, si uno mira las cifras globales, no hubo un apoyo específico y eso se ve en estos resultados. El gobierno habla de bajas de impuestos; sin embargo, los que descendieron son los que afectan a los estratos más altos de ingresos, porque el IRPF lo paga el 40% y el IASS todavía menos, entonces esas disminuciones no afectan a los más pobres.

Una medida que hubiera repercutido es, por ejemplo, volver a los descuentos del IVA. El IVA sí es un impuesto que paga toda la población y que afecta mayoritariamente a los de menores ingresos, porque son los que consumen todo su dinero, mientras que, a medida que se sube en el estrato de ingresos, hay más capacidad de ahorro, entonces el IVA afecta menos. La otra opción es hacer un IVA personalizado, y de eso se habló mucho; si no se le quiere dar esa devolución del impuesto general, porque capaz que hay personas que pueden pagarlo, se podría haber instrumentado otro tipo de medidas más efectivas que alcanzaran a estas familias de menores ingresos y sobre todo con muchos niños.

Gabriela Mordecki.

Gabriela Mordecki.

Foto: Mara Quintero

Además, el gobierno a través de las asignaciones familiares y la tarjeta Uruguay tiene identificadas a esas familias, por lo que se pueden instrumentar medidas efectivas para mejorar la condición de vida. Lo que se hizo no fue suficiente para mejorar esta situación, lo cual hace que estos números estén estancados desde 2022, 2023; no hay cambios.

¿Cree que es uno de los debes del gobierno?

Seguramente este es uno de los factores en los que los indicadores muestran un retroceso, que no se ha vuelto ni siquiera a los niveles de 2019, cuando ya habían empezado a empeorar. Y otra medición que todavía es más difícil de modificar es la desigualdad, que es el otro indicador que también el Instituto Nacional de Estadística mostró que ha seguido empeorando. El índice de Gini lo mide. Ese es un elemento que tampoco ha sido priorizado por la política económica llevada adelante.

Desde la oposición se señala que hay mucho gasto que está por fuera de la regla fiscal y que además los niveles de déficit son muy similares a los de 2019. ¿Qué piensa sobre esta situación? ¿Cómo queda Uruguay parado para impulsar políticas sociales o gastos destinados a medidas en materia social?

Cuando uno mira los números, si bien habían mejorado bastante hasta mediados del año pasado, la sequía complicó mucho toda la economía. Menos crecimiento implica menos recaudación de impuestos. También la caída de los salarios reales, que se verificó en los años anteriores, generó un descenso de recaudación sobre el monto del IRPF.

Además, la recaudación del IVA se vio resentida, no solamente por el menor crecimiento, sino también por el traslado de las compras hacia Argentina, o sea, ese consumo no se realizó en Uruguay y, por lo tanto, no se recaudó acá. Entonces, si bien el gasto estuvo contenido, la caída de ingresos fue determinante para que el déficit negativo se hiciera mayor. Si el PIB crece, entonces también eso hace que el coeficiente mejore. Pero si el PIB no crece, eso no aporta tampoco a la mejora. Más allá de la discusión política, en 2024 esta situación podría comenzar a revertirse. Va a impactar el incremento de los salarios reales y las pasividades que se ajustaron por la inflación del año anterior.

“Creo que la regla fiscal es importante, que tiene que tener una seriedad mayor al ser aplicada. Estas inversiones que se hacen por fuera no son algo nuevo. Ya se empezaron a aplicar en gobiernos anteriores y ese es un problema de la contabilidad pública, de cómo se registran gastos e inversiones”.

Cabe mencionar que este año vamos a tener una inflación mucho más baja. Entonces, el incremento real de las pasividades va a impactar en las cuentas públicas. Porque, además, la menor inflación también hace que caiga la recaudación del IVA, o que no aumente tanto. Porque el IVA se cobra sobre los precios. Si hay menos aumentos de precios, menos sube la recaudación. Es una ecuación compleja.

Por otro lado, las inversiones que quedan por fuera del registro son otro tema. Está la expresión de Mario Bergara de que “corremos el arco para embocar”. O sea, se cumplen todas las metas porque se ajustaron a lo que estaba pasando. Eso parece un poco raro, pero es parte del juego político.

Yo creo que la regla fiscal es importante, que tiene que tener una seriedad mayor al ser aplicada. Estas inversiones que se hacen por fuera no son algo nuevo. Ya se empezaron a aplicar en gobiernos anteriores y ese es un problema de la contabilidad pública, de cómo se registran gastos e inversiones.

Los gastos en general se registran por lo que se llama el criterio caja. O sea, vos hacés una inversión pública hoy y se documenta toda entera al gasto. No se permite, como cualquier empresa privada, ir amortizándola en tantos años. Entonces esta otra forma de inversión privada que el gobierno va pagando y ahí es que se va registrando mes a mes. No me parece que esté mal hacerlo, porque mejora la ejecución, pero lo que muchos dicen es que si lo encarece, el Estado termina pagando una cantidad de sobreprecio por esta financiación.

En realidad, la regla fiscal debería tener en cuenta que esto existe y ponerse metas, habría que revisarlo. A veces lo que se muestra de mejora no es sincero debido a estos resultados. Pero el país tiene que invertir. Me parece que eso sí es importante. Ahora, si quieren mostrar que gastamos menos, pero igual invertimos, que se sincere esa situación.

¿Qué tema considera que debería estar discutiéndose en plena campaña electoral?

Creo que es importante discutir las políticas económicas imprescindibles para que el país pueda dar un salto hacia tasas de crecimiento mayores. Eso implica políticas de mediano y largo plazo que tienen que ver, por un lado, con la productividad de las empresas y, por el otro, con la educación, que es fundamental. Poder invertir más en educación y no menos, como está sucediendo, es muy importante para lograr que la población, los jóvenes, tengan una educación que nos permita ingresar en una producción de alta calidad, más eficiente, donde Uruguay, que es un país pequeño, pueda insertarse en cadenas globales de valor, porque la inversión extranjera sigue siendo importante. Es clave que desde afuera no vean simplemente que Uruguay lo que tiene es tierra, campo y árboles, que también tiene inteligencia, gente educada, que maneja las tecnologías.

Si bien hay algunas herramientas que tenemos, como por ejemplo el Plan Ceibal, habría que hacer una apuesta muchísimo mayor hacia lograr profundizar las políticas y que los uruguayos no solamente salieran de la pobreza, sino que además pudieran tener una calidad en su educación que permita que el país mejore su situación y de esa forma el bienestar de todos. Pero para eso se necesitan políticas públicas enfocadas a lograr un mayor desarrollo del país.