El lleno literalmente aurinegro de la endémicamente despoblada tribuna Amado Fleitas, la más cercana al río Santa Lucía Chico, tal vez sea la síntesis de la fiesta que significa para las comunidades de tierra adentro la presencia de uno de los grandes. Fue el segundo partido oficial del carbonero en el estadio cuya nomenclatura homenajea a los campeones de Colombes y Ámsterdam –la idea del nombre surgió en 1924, cuando se trataba todavía de un proyecto de parque deportivo para todas las disciplinas imaginables, incluyendo natación, pero se cristalizó en 1928, a año y poco de ya inaugurado el entonces “field municipal”, nacido en ese impulso de una década previa de cultura física, de ciencia (esa de la que tanto hablaban las crónicas francesas de 1924 para referirse a la selección uruguaya que embelesó desde Santiago Bernabéu a los creadores del Tour de Francia y que se evidencia en los antecedentes frecuentemente olvidados de los directores técnicos campeones en 1928, 1930 y 1950), del tránsito de la eugenesia a la fiesta popular y de libertad, igualdad y fraternidad que, con ribetes guaraníes, poco después, en 1930, tiñeron de albirrojo el fútbol de Florida y a su identidad toda, a tal punto de que seis décadas más tarde se trasladó a la bandera; antes de 1930, la casaca de Florida era roja y verde, casualmente los mismos colores del locatario Boston River–.

El del sábado fue el segundo partido oficial de Peñarol en Florida, que en amistosos sí tiene un historial más amplio, sobre todo en la primera mitad del siglo, cuando llegaba a Piedra Alta para enfrentar, por ejemplo, al poderoso Peñarol local, un club fundado ya con ese nombre en abril de 1913, varios meses antes de la asamblea del Central Uruguay Railway Cricket Club que marcó un punto de inflexión en las formalidades de la nomenclatura carbonera. Fue el segundo partido oficial de Peñarol en Florida, pero su primer triunfo –el primero fue empate 1-1 ante El Tanque Sisley–.

De pique nomás

El sábado el aurinegro avisó en el arranque nomás, cuando apenas iban dos minutos y Maximiliano Silvera, en el área chica, mandó apenas afuera la pelota con un cabezazo que cerró una jugada preparada. Fue Leonardo Sequeira quien, a los 13’, abrió el marcador. Otra vez un cabezazo, en esta oportunidad muy cómodo, sin exigencias de rival alguno, prácticamente parado en el punto penal. Y tres minutos más tarde llegó el segundo, también de Sequeira, pero en este caso con el pie –el derecho– y desde el borde de la medialuna. Fue uno de esos goles para mirar hasta el hartazgo. La mandó al ángulo con toda la rosca y en un trayecto curvo, abierto, para dejar a Silva sin mucho más asunto que sufrir el hermoso espectáculo del balón ingresando a su arco.

El partido tuvo, desde entonces y por 15 minutos, aroma a cosa resuelta. Boston River perdió pie, aunque Peñarol bajó la intensidad. El trámite en el Campeones Olímpicos pasó a ser entonces deslucido, lento y trabado. Un córner de Leo Fernández que pegó en el travesaño daba la idea de que si algo pasaba, iba a pasar en ese arco; sin embargo, no fue así. A los 29’ Emiliano Gómez puso el 1-2 que le cambió el ánimo al sastre. Otro golazo para mirar una y mil veces, incluso con algunas similitudes al segundo de Sequeira.

A lo sumo después del descuento Boston River pareció reanimarse, incluso reacomodarse ante un Peñarol ahora menos cómodo, pero, en los hechos, este siguió marcando el ritmo.

Caso cerrado

No iba un minuto del segundo tiempo cuando Maxi Silvera puso el tercero para Peñarol, después de un disparo de Lucas Hernández –recién ingresado– al que Silva dio rebote.

De allí en más, el resto. No mucho más que eso. Algunas excepciones, claro, como esos destellos de Leo Fernández que fabrican situaciones peligrosas en donde otros ven el oxigenante pase al costado como única alternativa.

Fue el retorno al triunfo de Peñarol después del 3-1 ante Torque por la semifinal de la Copa Uruguaya, y se mantiene como líder invicto en el Apertura. “El equipo está respondiendo en situaciones en las que hay que ganar, y lo está haciendo”, dijo Diego Aguirre cuando todavía estaba en Florida, asegurando, además, que le dio “mucha importancia a este partido”.

Pensando em você

Aguirre también afirmó no haber estado pensando, en el transcurso del partido y con la introducción de cambios cuando tuvo el oxígeno suficiente, en el partido ante Atlético Mineiro, que será el martes en Brasil, por la Libertadores. Sí dijo que lo empezó a hacer apenas Gustavo Tejera marcó el final en el Campeones Olímpicos. También comentó que para ese partido cabe esperar el retorno al plantel disponible de Camilo Mayada.