El 21 de abril se cumplieron 50 años del asesinato de Silvia Reyes, Laura Raggio y Diana Maidanik a manos de las Fuerzas Conjuntas. El caso, conocido como el asesinato de las muchachas de abril, fue recordado con diversas actividades, entre ellas, el estreno de la obra teatral Autopsia sobre lo impune, dirigida por Fernando Parodi, que ahora se reestrena, en el marco del Mes de la Memoria.

El director ha compartido en diversas entrevistas que tomó conocimiento de la historia en 2017, cuando la Fiscalía Especializada en Delitos de Lesa Humanidad pidió la reapertura del caso. En ese momento, Parodi quedó impresionado al enterarse del enorme operativo que se había montado alrededor de la casa donde vivían las tres muchachas, de entre 19 y 22 años, y de su ejecución sumaria perpetrada mediante ráfagas de ametralladoras. Los cuerpos de las tres mujeres aparecieron juntos, abrazados entre sí, perforados por balas que llegaron desde varias direcciones. Al director lo afectó especialmente tener una hija de 19 años cuando conoció la historia. Todo indica que la dictadura militar tomaba esas acciones como formas de escarnio público, de forma análoga a las ejecuciones públicas en la Europa de los siglos XVII y XVIII, con las que se subrayaba la insignificancia de las personas ante la autoridad absoluta del rey.

Lo otro que llamó la atención del director fue precisamente su propia ignorancia sobre el episodio. Desde ese lugar, se interrogó sobre cómo el desconocimiento colectivo puede tener implicancias en el presente. Así, decidió ponerse a trabajar en una obra teatral que ya desde el aspecto formal retoma esas dos sensaciones que experimentó al conocer el caso.

Autopsia sobre lo impune se divide en dos grandes cuadros, y en cada uno parecen plasmarse esas dos sensaciones iniciales que el director experimentó al conocer la historia. El primer cuadro propone una posible reconstrucción de la última media hora de vida de las mujeres. En tono realista, las actrices Susana Souto, Camila Vives y Valeria Fontán interpretan a las muchachas de abril mientras celebran el embarazo de una de ellas. Se nos introduce de lleno en sus sueños, experiencias, deseos y pensamientos, pero no sólo se nos muestran aspectos como la militancia política y el horizonte socialista por el que se organizaban, sino también el amor, la solidaridad y la vida familiar. Tampoco faltan las alusiones a las rencillas políticas que se expresaban entre militantes tupamaros y comunistas.

Para el trabajo de reconstrucción de las personalidades de Reyes, Raggio y Maidanik, el equipo en pleno tuvo reuniones con familiares que aportaron datos y elementos clave para trabajar la humanidad de las tres mujeres. El espacio reproduce una habitación como la de la casa que fue invadida por puertas, techos y ventanas para la ejecución. Ese momento final es elaborado sin morbo, pero sin dejar de ser particularmente emocionante.

Pasado el cuadro que busca que el espectador empatice con las muchachas, el cuadro siguiente propone un encuadre estético radicalmente diferente. Al fondo del escenario se proyecta La lección de anatomía del doctor Tulp, lienzo de Rembrandt que, como se indica en la obra, fuera encargada al pintor por el gremio de cirujanos. El cuadro se basa en una autopsia pública, espectáculo que se realizaba en los siglos XVI y XVII, en algunos casos quizá como corolario de las ejecuciones. El poder estatal convertía en insumo de espectáculos también a los despojos de quienes sirvieran para ilustrar la omnipotencia del poder absoluto sobre los cuerpos humanos. Y no es casual que este sea el inicio del segundo cuadro de Autopsia sobre lo impune.

Casi al inicio de ese segundo movimiento puede escucharse a las actrices afirmar: “Hay muertes que sirven como ejemplo y se muestran sus llagas como trofeo, las entradas y salidas de sus balas. Se exponen. Así todos aprenden la lección”. Si bien no es un espectáculo la ejecución en sí, se convierte en espectáculo la forma en que es tratada la información, un espectáculo de terror que intenta aleccionar a la población sobre las consecuencias de oponerse a la dictadura.

En el escenario, y sobre el cuerpo de las actrices devenidas performers, se proyectarán recortes de prensa, informes judiciales, una reconstrucción del operativo desde la óptica de la represión o testimonios de familiares. Los ángulos desde los que se proponen los relatos no concuerdan, pero es claro que lo que se entreteje es una historia impune. La autopsia se realiza sobre la memoria de los hechos, y queda latente la pregunta sobre cómo aquellos hechos operan hoy en el colectivo social. Sobre cómo algunos proyectos sociales quedaron desaparecidos junto con esos cuerpos masacrados.

El estreno el 21 de abril en la sala principal del teatro Solís estuvo colmado de militantes sociales y de derechos humanos que se conmovieron con la entrega del elenco. Las actrices se emocionaron y emocionaron a un público que convirtió esa función en un particular acto conmemorativo, no sólo en una función teatral. Seguramente el espacio más reducido de la Zavala Muniz, donde la obra se presentará este fin de semana, potencie la posibilidad de empatizar con la historia de estas tres jóvenes mujeres que de alguna forma siguen diciendo presente en acciones como esta autopsia. Queda para los espectadores indagar cómo aquel terror sigue condicionando a la sociedad presente.

Autopsia sobre lo impune. Viernes 10 y sábado 11 de mayo a las 20.30 y domingo 12 de mayo a las 19.30 en la Sala Zavala Muniz del Solís. 18, 19 y 20 de junio a las 20.30. Entradas $ 700. 2x1 para Comunidad la diaria.