La frontera entre la tarea de un productor de discos y la de un ingeniero de sonido puede ser difusa, pero Steve Albini siempre se encargó de dejar bien claro que, aunque los discos que grababa tenían un aura especial, eso provenía de la manera en que controlaba los aspectos técnicos del registro y no de su intuición comercial o imaginación pop. Así, se reivindicaba como sonidista: para él, lo más importante era saber qué micrófono usar y cómo colocarlo para lograr una mejor grabación, y no hacía concesiones: los discos sonaban filosos, duros, crudos.

Por eso, para recuperar algo su propia esencia ruidosa, lo fueron a buscar los Nirvana después de que grabaran el exitosísimo e hiperproducido (y “comercial”; todo es relativo) Nevermind, y el resultado fue In Utero, un disco que asustó a la banda y a su sello, que trataron de regrabar y suavizar con escaso éxito. Antes, en 1988, Albini había sido el responsable de Surfer Rosa, el primer disco “en serio” de los influyentes Pixies, la banda de Frank Black y Kim Deal de la que los Nirvana calcaron el truco de arrullar en las estrofas y aullar en los estribillos. Con intenciones similares, en 1993 sería la británica PJ Harvey la que pasaría por los estudios Electrical Audio, el cuartel general de Albini, en Chicago, para grabar su demoledor Rid of Me.

A su modo, era un materialista: su estética se basaba, fundamentalmente, en la creación de condiciones físicas para captar lo más puro de los artistas que se le acercaban, fueran bestias sónicas como Man or Astroman? o cantautores acústicos como Will Oldham. Los mismos principios raigales aplicó a la música que creó a través de sus propios proyectos creativos, las bandas Big Black (y su disco Songs About Fucking, “Canciones sobre coger”, de 1987), Rapeman y el trío Shellac, del que era guitarrista, cantante y compositor desde 1992 y con el que estaba a punto de editar un nuevo disco (iba a salir la semana que viene) llamado To All Trains. Aunque era un hombre vinculado a la industria, Albini creía en la autogestión y, tanto en sus escritos como en otras intervenciones públicas, no ocultaba su opinión sobre el avance de lo empresarial en terrenos que él consideraba reservados al arte y la expresión.

Cuando, entrevistado por la revista Lento, se le preguntó por la ubicuidad del trap y la aparente retirada de otros géneros, contestó: “Hay gente que recién está llegando a encontrar su estética en una era en que esta música es predominante. Entonces, cuando estos músicos crezcan, maduren y comiencen a hacer su propia música, el trap, en este caso, va a estar inmerso en esta percepción musical que desarrollen. De la misma forma en que la gente que creció cuando los Beatles se volvieron populares vio la música con el lenguaje que aprendió con los Beatles. De esta manera, desarrolló su música con el alfabeto que aprendió de los Beatles. Así como yo crecí con el punk rock, mi percepción de la música fue formada por el punk rock y, desde ahí, todo lo que hice fue no necesariamente influenciado directamente por el punk rock, pero sí fue 'formado', porque ahí es donde yo aprendí. Y las generaciones que vinieron después, que crecieron con el hip hop y todas las variaciones posteriores, incorporaron ese lenguaje automáticamente dentro de su música. No creo que sea realmente importante tener una opinión sobre las corrientes musicales actuales. Lo que sí es valioso es reconocer que hay influencias de cualquier estilo de música, que pueden ser reforzadas en un futuro por esas personas que las captaron en su momento. Los discos de punk que yo escuché en 1970, que cambiaron mi percepción del mundo, han tenido una influencia subconsciente en mi estética y en mi impulso creativo. Entonces, la gente que está absorbiendo influencia del trap hoy, cuando se lance a crear música, probablemente no suene como el trap lo hace hoy en día, pero tendrá un potencial de desarrollarse en una forma que cree su propio estilo en diez o 20 años”.

Este miércoles se comunicó que Albini había muerto de un infarto al miocardio el día anterior, delante de la consola de su estudio. Tenía 61 años.