En la industria del cine no pornográfico se conoce como money shot aquella escena que busca quedar en la retina del público y de la que podría depender el resultado económico de una película. Cuando hablamos de grandes tanques, como las películas de superhéroes, suele referirse a ese gran final en el que el mundo parece que está por explotar y los protagonistas llegan para salvarlo en el último momento. Vemos cuatro o cinco de esas escenas por año.

Saliendo de ese género, el money shot también puede ser un momento emotivo como el de los protagonistas de Titanic en la proa del barco, aunque justo esa película también tiene su gran final (spoiler: el barco se hunde). Si ocurre sobre el cierre, la escena ganchera puede ser un secreto que se transmita boca a boca, pero en otros casos la esperanza está en atraer al público con esos segundos de metraje.

Llegué a Desafiantes (Challengers), la última película del director italiano Luca Guadagnino, con su money shot grabado en mi mente, después de haber visto varias veces el tráiler. La película es mucho más que Zendaya teniendo un trío con dos tenistas... pero al mismo tiempo es exactamente eso. Este drama romántico ambientado en el mundo de los deportes cumple con el objetivo de entretenernos, aunque no parece estar muy lejos de otros títulos que combinan esos géneros y llegan a las salas sin pretensiones más allá de lo comercial.

La historia tiene los condimentos necesarios para mantener nuestra atención. En el presente, dos tenistas disputan la final de un torneo bastante pedorro (para utilizar términos estrictamente tenísticos), pero rápidamente comenzarán los saltos temporales, aclarados siempre en pantalla, porque el máximo pecado que comete Desafiantes es aclarar demasiado todo.

En el pasado, Art (Mike Faist) y Patrick (Josh O'Connor) eran compañeros de dobles en tenis y grandes amigos. Hasta el día en que se cruzaron con una joven en pleno ascenso llamada Tashi (Zendaya), quien dispara las hormonas de los muchachos y queda en medio de ambos. Literalmente, en el money shot que les contaba al principio.

El triángulo amoroso con las carreras deportivas de fondo en principio parece un cliché y el guion de Justin Kuritzkes no hace nada por alejarse de eso. No hay vueltas de tuerca descolgadas ni reinvenciones de la rueda, sino que toma elementos que vimos mil veces en el cine (y en un recordado arco de Friends) y lo prepara para que los actores le saquen el mayor jugo posible.

Para marcar la diferencia está Zendaya. La actriz de 27 años se ha convertido en estrella de Hollywood rumbo a ser superestrella gracias a una carrera que comenzó en comedias televisivas teen y que luego le permitió lucirse tanto en dramas psicológicos como en diversión superheroica y aventuras de ciencia ficción. Delante de la pantalla te vende un perfume o te convence de que tiene 13 años más que en la escena anterior. Todo lo hace bastante bien.

Desafiantes la tiene como productora, además de protagonista, y el producto final parece estar fríamente calculado para continuar apuntalando su carrera. Su Tashi fue noviecita de Patrick en el pasado, pero Art comenzó un lento juego de estrategia y en la actualidad (2019) ella es su esposa y su entrenadora. La vida familiar es segura y exitosa, pero a Tashi se la ve abúlica y la vida (y el deporte) volverá a cruzarla con aquella expareja impulsiva y apasionada.

Todo girará en torno a la mencionada final del Challenger, que tendrá un significado diferente para ambos y cuyos sets reflejan los vaivenes de la historia en cuanto a la fortuna de cada uno de los deportistas y su vida en torno a la dueña de sus genitales y/o sus corazones. Al final, como se dice en un momento, el tenis es "el juego de ganar los puntos importantes" y la vida también.

La fotografía del tailandés Sayombhu Mukdeeprom eleva la novelita y tiene la difícil tarea de reflejar las vicisitudes del tenis en la pantalla grande. Para ello la película utiliza numerosos recursos, incluyendo tomas subjetivas de uno de los contrincantes y hasta de la pelota. Funcionan dramáticamente, aunque no sé si tanto tenísticamente.

Si hubiera que nombrar un elemento que impide que el resultado final se eleve, sería la poca confianza que nos tienen los realizadores. Es cierto que hay que poner a los espectadores rápidamente al día con lo que está ocurriendo, y las circunstancias que llevaron a ambos tenistas a ese Challenger son expuestas sin tapujos en los primeros minutos. Pero el resto de la información también parece llegar en cuchara y haciendo el avioncito.

Un recurso abusado por Guadagnino y compañía es dejar, bajito, los comentarios del público en las tribunas o de personas que pasan por ahí, y que oportunamente comentan información "necesaria" para entender la historia. El guion mantiene algunas sutilezas, como la preferencia sexual de uno de los protagonistas, pero podría haberse confiado mucho más en el elenco con el que cuenta.

Desafiantes, de Luca Guadagnino. Con Zendaya, Mike Faist y Josh O'Connor. 131 minutos. En cines.