-¿Qué se busca con la discusión de la propuesta curricular integral de Secundaria?

-No es sólo la malla curricular ni sólo la enunciación de unos temas que integran un programa. La intención es sacudir las ideas en relación con toda la propuesta educativa de Secundaria, que incluye esos aspectos y también qué tiempos y espacios institucionales vamos a darnos para desarrollar el acto educativo, con qué metodologías. Va a ser un año intenso. Es un proceso, y vamos a tener que buscar muchos mecanismos para convocar a todas las voces, también a los jóvenes. La forma todavía no está diseñada, pero vamos a usar muchos modos. La discusión no va a ser sólo presencial, pero es necesario darnos un plazo. Con respecto a las asignaturas, a veces las condiciones de lo participativo no son aseguradoras del mejor producto, porque el de 2006 fue un plan participativo. La cuestión es cómo correr de la discusión el tema laboral: que no terminemos agarrando la máquina de calcular para decir que si bajamos una hora de Música en el total de los grupos del país, perdemos tantas horas y tantos colegas pueden quedar en riesgo de no tener trabajo. Nadie se va a quedar sin trabajo, porque si no es en ese grupo ese año, va a haber otras formas del trabajo docente. De hecho, nos faltan docentes. Lo que importa discutir es qué necesita saber un joven, qué contenidos adquirir, qué habilidades desarrollar, qué cuestiones debe tener transitadas para llegar a un egreso satisfactorio que realmente lo habilite a continuar su desempeño en otros ámbitos, qué necesita este país que un ciudadano porte para ser activo.

-¿Cuándo esperan que se implementen esos cambios?

-Queremos que el año que viene esto se discuta y se vaya delineando para ponerlo en marcha en 2017, por lo menos en parte si no termina de estar totalmente diseñado. Todos los profesores sabemos que hay que operar cambios y que algunos ya pueden operarse con la propuesta actual. Hay una cuestión de metodologías que tienen que cambiarse. Los jóvenes aprenden de otro modo, están sometidos a otros estímulos, tienen otras vivencias y necesidades. Yo aprendí a ser profesora linealmente, porque era como aprendíamos. Había un modo de leer, y hoy hay muchos modos de leer. Hace unos días, compartimos un programa en Canal U con el decano de la Facultad de Ciencias, Juan Cristina, y él decía que hoy los jóvenes son capaces de leer siete capas de información. Los profesores tenemos que aggiornarnos a esto, hacer una oferta metodológica en la clase que lleve a que el joven haga búsquedas que pongan en juego sus capacidades y hacer una oferta de recorridos diferente. Algunos profesores están haciendo interesantes propuestas de trabajo en la clase, y hay resultados distintos, no sólo en los aprendizajes, sino también en las ganas de estar.

-¿Por dónde deberían pasar esas innovaciones?

-En algunos casos es la inclusión de la tecnología, pero no solamente. Los profesores que saben hacer una pregunta interesante, que pueda promover cuestiones de la realidad que el joven está viviendo, una problematización de una situación, hacen que el recorrido para contestar e indagar vaya poniendo disponibles los contenidos que quieren que el joven adquiera. Ya no corre más aquello de que me paro en la clase, soy el centro de atención, y todos me van a atender. Como profesor, ya no tengo el monopolio de la información, la fuerza de mi presencia ya no es la información, sino convocar a que se produzca un proceso en el que el joven pueda seleccionar, jerarquizar, elegir la información, construir algo nuevo con eso y gestar la respuesta.

-¿Cómo se actualiza a muchos docentes que no tienen eso en cuenta a la hora de formar?

-Ése es el gran tema. Ver cómo sacudimos las estructuras, movilizamos a los profesores que tenemos una formación lineal y nos cuesta entender a estos jóvenes. Lo primero es tener ganas de que esto ocurra, salir del lugar del padecimiento. El tiempo circula y hay una mitificación de lo que eran los alumnos antes. Hoy la realidad es ésta, y los jóvenes siguen siendo maravillosos. También hacer formación, de la mano del Consejo de Formación en Educación, no sólo de grado, sino también durante el desarrollo de la vida profesional, para que otras cosas pasen en los centros. Sin renunciar a las formaciones un poco más masivas, lo que realmente da resultados es ir a los liceos a trabajar con los pequeños grupos de profesores, para que planteen sus problemáticas y ver cómo ayudarlos a encontrar respuestas, en función de esa realidad más local.

-¿En el quinquenio se va a apuntar a darle más protagonismo al centro en territorio?

-Sí, y también a las redes. Estamos pensando que, como parte del desarrollo de la carrera docente, los profesores que son capaces de llevar adelante prácticas más innovadoras, exitosas y renovadas puedan acompañar a otros profesores de otros liceos. Y que, a su vez, los equipos de profesores que tienen logros puedan hacer pasantías en otros o que quienes sienten que tienen una falencia puedan ir a otros centros a ver cómo hacen. Queremos hacer una red más horizontal, porque también tenemos que ir al trabajo más horizontal entre los chiquilines. Creemos en la fuerza de la construcción cooperativa.

-¿Ese mayor protagonismo también se va a traducir en lo administrativo y en lo económico? -Nos organizamos en siete regiones. Ahora le pedimos al Consejo Directivo Central (Codicen) que divida una que nos quedó muy grande. En territorio tenemos sedes, inspectores regionales e inspectores de institutos por departamento. Vamos a empezar a hacer las primeras apuestas para, por ejemplo, descentralizar fondos, para, en lugar abastecer por compras centrales, transferir los fondos y que ellos decidan. Lo hicimos con la ropa para los funcionarios de servicio; la necesitaban, porque hacía mucho tiempo que no se les compraba. En lugar de comprar los uniformes que nos parecía a nosotros, hicimos un cálculo por funcionario, mandamos ese dinero a cada liceo y cada funcionario decidió qué compraba, dentro de las condiciones administrativas legales que marca la norma. Planteamos ir más hacia eso: que cada uno pueda ver cuáles son sus necesidades y en qué desea invertir, en este caso desde lo económico, porque también es una forma de hacerse responsable de los bienes que tenemos entre todos y del reparto.

-Desde el CES también se planteó la necesidad de que los docentes permanezcan más horas y durante más tiempo en cada liceo.

-En los liceos en que vamos a tener el tiempo completo, cada profesor que elija 20 horas automáticamente pasará a tener 30, porque va a tener las 20 de clase, más cuatro de coordinación, más seis de permanencia en el centro, que las va a poder usar o para la libreta o para planificar, trabajar con otros colegas, atender padres, preparar materiales, salir a trabajar con organizaciones del barrio o cualquier otra cosa que pueda surgir. Eso tiene la ventaja de que el profesor llega un poco más liberado a su casa. Es cierto que se lleva mucho para hacer a su casa. En el caso del bachillerato en cuarto año, la figura del profesor consejero va a tener tres horas más por semana, con lo que también apostamos a que haya más horas de atención fuera del aula. Estamos siendo cautos, porque estamos atados a la cuestión presupuestal, pero la línea de trabajo va por ahí. También estamos siendo cautos porque estamos probando qué es lo que da resultado. No debemos tomar una decisión y atarnos caprichosamente a ella.

-¿Cuáles son los cambios que están planteando para la elección de horas de este año?

-La elección de horas es una locura todos los años, desde todo punto de vista, incluso desde el punto de vista económico. Calculamos que se gastan cuatro millones de pesos por año en la elección de horas; una cifra descomunal. Es una conmoción anual que genera un sacudón. El año pasado tratamos de hacerlo en forma más prolija, pero siempre es un cimbronazo. Estamos decididos a sacar una elección de horas por más tiempo, con los cuidados que pueda ameritar. 90% de los profesores de cuarto grado hacia arriba repiten el lugar en el que eligen las horas y, en líneas generales, la reiteración no baja nunca de 60%. ¿Qué sentido tiene hacer una elección de horas para esos profesores todos los años? Proponemos que la elección de los profesores de cuarto a séptimo grado de este año se mantenga aunque los grupos cambien. Además, abriríamos una ventana para habilitar que, en el caso de que le ocurra algo inesperado o que se jubile alguien que tenga horas que él siempre deseó, el profesor pueda presentarse para solicitar traslado. Los profesores padecen la elección de horas todos los años, pero cuando van a enfrentarse a la permanencia les da miedo. Creemos indispensable ir a una elección de horas por más tiempo, por la tranquilidad del profesor, por la estabilidad de los equipos, porque la educación no puede estar todos los años sometida al vértigo de esta elección. Estamos convencidos de que este año vamos a sacar la elección así, por lo menos hasta el cuarto grado de los efectivos.

-La Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes) no es proclive a esta opción. ¿Hay cierta desconfianza por parte de los sindicatos sobre las políticas que se desarrollan?

-Cada vez que les preguntamos por el argumento de su oposición [a la elección de horas por más de un año], no surge nada. Cuando uno sostiene una posición, debe poder sostenerla con argumentos. No se puede sostener el no por el no y el sí por el sí. Mucho menos cuando estamos hablando de profesionales de la educación. Desde el CES tenemos una bipartita mensual con Fenapes. En general, hemos tenido un vínculo correcto, con acuerdos y desacuerdos. Con Secundaria no hubo grandes dificultades; es Secundaria la que ha sufrido los efectos del conflicto. Con la Asociación de Docentes de Enseñanza Secundaria (ADES) de Montevideo no tenemos bipartitas; trabajamos a través de Fenapes. Con ADES Montevideo y todos los núcleos sindicales del país tenemos las comisiones organizadoras de las elecciones de horas. Cuando ingresé al cargo, me di cuenta de que había una profunda desconfianza y que había algunos errores que ellos planteaban con una cuota de razón. Se armó una comisión compartida para achicar el margen de error y estar seguros de que todo lo que se ofrece está disponible y es legal, y si tenemos una duda, la resolvemos juntos. Si ellos hoy mantienen desconfianza, no sé en qué la mantienen, porque se ha trabajado muy bien. Hemos hecho un trabajo inmenso para hacer procesos muy prolijos y cuidadosos. Tratamos de que todo el mundo esté contento, pero cada uno ocupa lugares diferentes. Nosotros somos las autoridades, estamos muy disponibles para la negociación, pero hay un punto en el que uno tiene que tomar la decisión, porque, si no, el sistema se queda trancado. Hasta ahora, no hemos tenido situaciones de tensión en la que tuviéramos que desconocer totalmente la condición bipartita.

-¿Puede ser que influya el rol que está jugando el MEC en este gobierno?

-En la relación con el MEC, siento un poco de pena por algunas cosas que se malinterpretaron. Me remito a una reunión muy interesante con representantes de todos los sindicatos de la educación, de las asambleas técnico docentes, los consejeros de ANEP y del MEC. Una reunión de ese tenor se hace cuando uno cree que no está escondiendo cosas. Se ha sido recurrente en que hay una reforma oculta. No hay ninguna reforma oculta; a esta altura es clarísimo. Hemos hecho eventos con convocatoria de prensa para hablar de las líneas de gestión, hemos publicado documentos. Lo que hay es un juego de rumores muy fuerte, muy dañino, que construye fantasmas que no existen. El MEC está teniendo una postura un poco más fuerte en el acompañamiento a la ANEP. Yo no estoy sintiendo una injerencia negativa; es un vínculo muy natural, incluso profesional. Me daría mucha pena que se cortara lo bueno de ese vínculo para desestimar esas voces que están poniendo obstáculos.

-¿Cómo es el vínculo entre la ANEP y el MEC? Búsqueda informó que hubo diferencias sobre la definición de un marco curricular común.

-Yo preguntaría qué es el marco curricular común, porque éste es el país de las palabras. Para mí, el marco curricular común tiene que ver con definir los saberes que un niño y un joven tienen que aprender y deben estar en consonancia, con recibir a alguien en Secundaria sabiendo que tiene desarrolladas determinadas competencias que me permiten ayudarlo a continuar su formación. Después habría que preguntarle a quien lo enunció por primera vez. El marco curricular común es hablar de una fuerte articulación y un acuerdo entre maestros y profesores, pensando en el niño o el joven como centro, porque es la misma persona que transita los ciclos educativos y no puede completar por su propia cuenta los vacíos que un ciclo no llenó para acceder con éxito al siguiente. Desmitifiquemos las frases y las palabras. En esto también se ha hecho una ola que no existe. No he presenciado ninguna discusión en esta línea. Primaria ya está adelantada en las especificaciones de logros según los niveles. Secundaria está en la interna trabajando en lo mismo, recorriendo el país y llamando a referentes, incluso de los estudiantes, para charlar estos temas. En el Codicen hay una consejera que se está dedicando a recoger esos insumos.

-Se ha anunciado mayor acompañamiento a las trayectorias estudiantiles. ¿Por medio de qué herramientas se concretará?

-Cuando hay un adulto referente, el joven, aunque tenga dificultades, prospera en mejores condiciones, porque el adulto va protegiendo su trayectoria. Todos los liceos del país van a tener 15 días iniciales para acercarlos al liceo de otro modo, para insistir más en las macro-habilidades y para que los profesores de las otras asignaturas se acerquen de un modo que no sea ese ritual vacío: “Yo soy el profesor y el programa es tal”. Queremos reflotar la parte docente de la figura del adscripto, que quedó muy circunscripto a la parte administrativa. Quisiéramos que se desempeñara más en la línea de lo pedagógico y del acompañamiento. Muchos lo tienen, pero en general hubo una tendencia a burocratizar el rol. Tenemos las tutorías que se están llevando adelante desde hace tiempo; queremos revitalizarlas, sin sacarle el carácter académico, pero que haya una preocupación más fuerte por la parte afectiva. Vamos a volver a la figura del profesor orientador pedagógico. Hace 20 años que el cargo no se otorga. Es un docente que funciona como un hilván de las acciones de un turno. Lo vemos como el referente fuerte que trabaja con adscriptos, profesores, familias, y que tiene el vínculo directo con la dirección y los equipos multidisciplinarios. Otra figura es el profesor con horas de apoyo a las trayectorias estudiantiles, que creamos este año y que estamos evaluando muy positivamente. Seguramente lo continuemos haciendo. Cuando los liceos nos empezaron a plantear dificultades, pensamos en hacer algo al revés de lo que hacemos siempre, que es darle horas a algún profesor desde el CES. Pedimos a los liceos que enunciaran sus dificultades, que las trabajaran en las coordinaciones con los profesores, y les dijimos que les íbamos a dar 20 o 30 horas por turno. Nos tenían que decir a qué profesor se las iban a asignar y para qué tareas. Estamos recogiendo respuestas muy positivas de lo que han hecho con esas horas. Buscamos generar un conjunto de adultos orientados a la permanencia de los jóvenes y a generar climas institucionales más distendidos, porque descubrimos que los liceos parecen ser espacios de mucho estrés para los chiquilines, donde se sienten muy interpelados, donde todo el mundo está muy apurado. Parece que el adulto nunca tiene tiempo para escucharlo. Buscamos que la institución sea más disfrutable y que los adultos estén más disponibles a recibir a los chiquilines. Y también generar el sostén entre adultos: armar una red en la que si algún adulto está pasando un momento difícil, lo podamos proteger un poco y cuidarnos entre todos.

-También se ha anunciado que se apuntará a brindar varias opciones a los estudiantes, y no un único trayecto.

-En los liceos públicos y privados tenemos vigente el Plan 2006, que es sobre el que haríamos la gran discusión curricular. Pero Secundaria ha ido explorando otros planes, que en general han sido hijos de una lógica un poco perversa. Los chicos dejan de ir al Plan 2006, muchos se reinscriben y vuelven a fracasar -hay historias de fracasos reiterados-, y en determinado momento dejan de ir al liceo. Frente a esta constatación, se han abierto muchos planes exploratorios: el 2009, 2012, 2013; son planes para jóvenes extraedad. Parece que esperamos a que el joven esté destruido, que haya fracasado, entonces lo vamos a buscar y le hacemos la oferta del plan innovador, más flexible, que tiene algunas materias semestralizadas, que le permite ver algunos resultados más rápido, que para cierto tipo de joven es muy importante, porque lo estimula. ¿Por qué no pensamos en un turno diurno, que además del Plan 2006 tenga algún grupo de los otros planes, incluso para recibir a quienes ya vienen con rezago de la escuela? Poder tener un primer año que ofrezca otros recorridos más flexibles que lleven a un mismo destino. Y no en el nocturno, en el mismo turno. Por eso hablamos de la transformación de algunas aulas comunitarias en dispositivos liceales. Tenemos 26 aulas comunitarias y vamos a hacer un proceso de movimiento con nueve de ellas. No va a ser el aula dentro del liceo, sino que con esas lecciones aprendidas abriremos un primer año diferente para esos chiquilines más vulnerados. El liceo tiene que ser el espacio de los jóvenes. La sociedad no puede seguir aceptando que estén fuera del liceo en un dispositivo distinto. Cuando no había otras respuestas, surgió Aulas Comunitarias, y fue excelente, pero, pasados tantos años, no podemos permitir que los más vulnerados queden encapsulados en un dispositivo ajeno al liceo y después pretender que ingresen al liceo con el mismo plan que hace el resto. Proponemos, para algunos liceos, tener un primer año distinto, con estos jóvenes que han hecho recorridos diferentes y que tienen unas biografías muy complejas, pero que se merecen estar en el liceo, porque ése es el espacio de los jóvenes. Y tener además actividades de encuentro de todos los adolescentes, sin importar de qué plan sean.

-También se apuntará a reestructurar los días de la semana en el liceo.

-Desde el Codicen surge la idea de que invitemos e insistamos para que todos los centros educativos puedan tener su currículum puesto de lunes a viernes y que el sábado quede como un día de trabajo para la formación docente, las reuniones de evaluación, otro tipo de actividades. La intención es que de lunes a viernes todos los profesores estén en el liceo trabajando, no con espacios de formación y que el propio sistema genere su ausencia. Insistimos en que se cumpla todo el turno liceal, que los padres estén tranquilos: que si los jóvenes entran a las 8.00 y salen a las 13.00, esto se produzca. No es tenerlos adentro por tenerlos, sino que, con todo este personal que mencioné, más otras figuras, los jóvenes puedan tener una atención constante que le dé sentido a estar en el liceo, más allá de que puntualmente un profesor pueda faltar.

-Se ha hablado del cambio de rol de Secundaria, que deja de ser pensada como el paso previo a entrar a la universidad. Al mismo tiempo, la UTU plantea su formación ligada al mundo del trabajo. ¿Cuál debe ser el rol del liceo para los jóvenes?

-Secundaria tiene una misión social que no es sustituible, muy complementaria a la de la UTU, y viceversa. Secundaria tiene como misión desarrollar en la adolescencia todos los saberes que una persona debe tener para seguir estudiando o para desempeñarse en el mundo del trabajo, más allá de si es un oficio o alguna otra formación específica. Secundaria nació como una institución para formar sólo a unos pocos, los que iban a entrar a la universidad. Les planteamos a los profesores que por suerte hoy estamos viviendo la complejidad de la educación para todos. Antes, una porción de la sociedad quedaba fuera de esta capacidad de formación. Hoy hay una formación básica mínima, que ya no se alcanza en sexto año de Primaria, que está en la educación media y que todos los uruguayos deben cursar. Ojalá que sigan estudiando, porque hoy, por suerte, tampoco es la universidad la única oferta. Queremos que todos sigan estudiando, pero sabemos que no necesariamente tienen que hacerlo. Nuestra misión es que todos los uruguayos pasen por nuestras aulas para salir dotados de las condiciones esenciales para poder desarrollarse como seres plenos. Esto tiene que ver con poder desarrollarse en el mundo del trabajo común y corriente, pero también con lo personal: forjar una familia, pertenecer a un grupo de amigos, poder discutir temas, leer un diario y entenderlo, desarrollar un pensamiento propio.

-¿Habría que rediscutir, entonces, los bachilleratos, que a veces desesperan a los jóvenes por tener que elegir su trayecto, y que aún mantienen un fuerte vínculo con las carreras universitarias?

-Ahí nos queda un tramo importante de debate. Hay que pensar junto con la universidad cómo prepararlo mejor, o si es necesario que un joven tenga que decidir tan tempranamente. Esto lo digo como hipótesis. Hay que pensar si no es posible abrir bachilleratos un poco más amplios, que den un margen para seguir construyendo el desarrollo interno, y después sí elegir. Tenemos un vínculo mucho más fuerte con la universidad, y ahí hay un terreno importante de debate para seguir trabajando.