La palabra "clúster" puede sonar conocida para muchos, aunque no se sepa demasiado sobre qué significado trae consigo. En palabras de la investigadora del Instituto de Competitividad de la Universidad Católica del Uruguay (UCU) Micaela Camacho, un clúster se conforma cuando hay una concentración de empresas que entienden que lo importante no es solamente competir sino también cooperar. Para que sus estudiantes entiendan la lógica, la docente pone el ejemplo de promociones que llegan mediante internet y ofrecen un fin de semana de estadía en un hotel con desayuno y cena en un restaurante incluidos, además de entradas para el cine, todo a un precio más barato que el que implicaría comprar los servicios por separado. Si bien eso no es específicamente un clúster, representa la lógica con la que éstos funcionan. En resumen, un conglomerado, como también se los conoce, es "una concentración geográfica de empresas que compiten pero también cooperan, buscando aumentar su competitividad", según la académica.

Camacho señaló que en la cultura local no es sencillo que llegue a pensarse de esa forma, aunque la apertura a la cooperación depende en gran medida de cada cadena de valor. La docente de la UCU, participó en un estudio de caso acerca del clúster audiovisual, dijo que en ese rubro no fue difícil alcanzarla. Pero la misma diversidad de procesos y resultados para los conglomerados en general es la que se da para estos emprendimientos en el ámbito cultural, en los que, además del clúster audiovisual, existen el de diseño, el editorial y el de música.

Armando la cosa

Además del audiovisual, el otro que se transformó en referencia es el de diseño. En diálogo con la diaria, Rossana Demarco, Álvaro Heinzen y Natacha Ruth, integrantes de su grupo gestor, evaluaron positivamente su marcha. En la creación de una institucionalidad que nuclee a las organizaciones vinculadas al diseño encuentran el mayor logro alcanzado, por tratarse de un sector que si bien contaba con desarrollo, su principal debe estaba en la sistematización de datos y experiencias, en parte como consecuencia de la falta de una centralidad institucional.

Según comentaron, a las reuniones fundacionales -en 2008- asistían ocho estudios que llevaban como principal preocupación la necesidad de que el diseño tuviera mayor inserción en la sociedad. Porque, ¿qué se entiende por diseño? Según Heinzen, trataron de tener una visión amplia del concepto para incorporar la mayor cantidad de actores y enfoques posibles, siempre y cuando se apunte de la creación de objetos o productos comunicacionales. De todas formas, el clúster cuenta con los siguiente subsectores: gráfico, "packaging", web multimedia, interiorismo-paisajismo, textil-indumentaria, y producto.

Otros de los logros destacados por los gestores son la incorporación de instituciones de formación, tanto públicas como privadas, y la inserción regional en redes con conglomerados y actores de diseño. Además, esta referencia institucional fue clave para que el clúster incidiera en el armado de las bases para los llamados que las empresas e instituciones realizan, y de esa forma valorizar la labor. Hoy, las instituciones que participan en este ámbito son cerca de 100, accedieron a rondas de negocios internacionales y en un catálogo nacional de diseño que se elabora cada año, mediante un llamado dirigido a los miembros del clúster, quienes definen si les interesa participar. Para Heinzen las razones para el creciente éxito de la herramienta en el sector pasan principalmente por la confianza generada tanto hacia adentro como hacia afuera.

Cámara y acción

El clúster audiovisual nuclea las empresas de producción cinematográfica y audiovisual y se vincula a los proveedores de servicios y equipos, distribuidoras, exhibidores, organismos públicos patrocinantes junto con instituciones en formación, etcétera. Las empresas que lo integran se dedican tanto a la producción de publicidad como de cine, televisión, animación y videojuegos. Cuenta con una trayectoria de cinco años, habiendo sido el primero en constituirse en el país.

Mariana González, integrante del clúster por la Cámara Audiovisual, planteó a la diaria que el proceso se inicia con el objetivo de aumentar la competitividad entre las empresas, promoviendo una mayor articulación y cooperación estratégica que tiendan a lograr una mejor inserción en el mercado internacional. De este modo se aprobó, en el mismo año en que se creó el clúster, la Ley de Cine y Audiovisual, el Instituto de Cine y Audiovisual del Uruguay (ICAU) y la Cámara Audiovisual del Uruguay, entre varias cosas más.

Por su parte, Pepi Goncálvez, quien integró el conglomerado los primeros años, confesó que fue difícil cuando el primer facilitador renunció porque con él "se fue información estratégica y hubo que empezar de cero con otro profesional", lo que, según sostuvo, generó decepción en parte de las empresas, ya que "luego se convirtió en un empresario del sector". "Fue un golpe duro a la confianza en el trabajo asociativo, pero se pudo superar", declaró. Concluyó que para un mejor desarrollo es necesario que la gestión ante el Ministerio de Economía y Finanzas dé resultados.

En la actualidad, el proyecto se encuentra en la última etapa de cofinanciamiento por parte del Programa PACC (ver recuadro). Según González, el objetivo es consolidar una institucionalidad eficiente y funcional, de manera que se potencien los procesos de trabajo que ya se han iniciado. Plantean que uno de los logros obtenidos ha sido la creación de Uruguay Film Commission & Promotion Office, que tiene el propósito de promover las locaciones uruguayas como escenario para producciones extranjeras, y contribuir en la proyección internacional del audiovisual nacional.

Por intermedio del clúster también se ha llevado a cabo la participación de las empresas del sector en distintos festivales, ferias y mercados internacionales (Festival de Cine de Cannes, Locations Trade Show en Los Ángeles, Ventana Sur en Buenos Aires, etcétera).

No está sonando

En el caso del conglomerado de música, si bien se han concretado algunos proyectos colectivos, ha costado que sea visualizado como referencia. Fundado en 2009, tuvo desde sus orígenes un impulso más marcado desde el ámbito público, tanto desde el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) como desde programas puntuales como Viví Cultura, pero igualmente contó con el aporte de mánagers, productores y sellos discográficos. En una primera etapa de diagnóstico, en la que incluso llegó a contratarse una consultoría, se estableció la necesidad de concretar algunos proyectos, como la creación de un catálogo de la música uruguaya, una página web (http://www.clusterdemusica.com.uy/) y una agencia de música.

Según dijo a la diaria Cecilia de Soto, facilitadora del clúster desde 2010 hasta 2011, al momento de ingresar, el conglomerado se encontraba en una etapa de crisis y peligraba su continuidad, principalmente debido a la forma en que la anterior facilitadora se desvinculó. Según pudo saber la diaria, a partir de diferencias con el coordinador de Departamento de Industrias Creativas (Dicrea) del MEC, Diego Traverso, la funcionaria no se fue en buenos términos, y con ella se fueron varios integrantes. Consultada acerca de su vínculo con la Dicrea, De Soto señaló que si bien tuvo varias diferencias de enfoque, sus mayores problemas no se dieron con esa dirección sino con la de Viví Cultura. La ex funcionaria explicó que ni siquiera contaba con una oficina donde llevar a cabo sus tareas y que tampoco le pagaban viáticos, y surgieron conflictos con la conducción del proyecto cuando los privados quisieron compensar los gastos de la funcionaria.

De Soto explicó que, a diferencia de otros conglomerados, el de música y el editorial tuvieron el apoyo de instituciones públicas pero no de privadas. En su opinión, esto genera algunas contradicciones por el exceso de burocracia y la lentitud de la gestión pública, que lejos de dinamizar termina constituyéndose en un obstáculo. En esta línea, explicó que la estructura de la propia Dicrea cuenta con problemas de gestión y atraso en el pago a sus funcionarios, por lo que ya se parte con esa limitante.

De todas formas, algunos de sus actuales miembros señalaron su conformidad con la actividad del clúster y destacaron el catálogo en papel y virtual como el principal logro. Por otra parte, la cantante de música tropical Marihel Barboza explicó que si bien varios colegas habían mostrado interés en sumarse, algunos quedaron afuera porque no pudieron cumplir con algunos requisitos técnicos necesarios para la publicación. También se dice que tuvo problemas para incorporar géneros además del rock. Al respecto, Traverso sostiene que si bien hay géneros cuya inclusión costó un poco más, como el tropical, el carnaval y el folclore, el catálogo consta de más de 300 artistas y nueve géneros. El director de Dicrea explicó que esto se debe principalmente a diferencias en los intereses de cada uno de los sectores. Por ejemplo, mientras que a la música tropical le interesa principalmente el mercado interno, otros géneros ponen sus miras fuera de fronteras.

Acerca de este tema, De Soto señaló que otro problema es la percepción del clúster de parte del sector, que lo ve como un ámbito cerrado y en el que se favorece a quienes lo integran, más allá de que eso pase o no en la realidad. Según De Soto, esto se debe a fallas en el impulso y la gestión, que hacen que los actores privados no se puedan apropiar de la herramienta. En otras palabras, no se lo considera un espacio útil sino una pérdida de tiempo, por eso las empresas y los artistas dejan de participar, a lo que se suman las dificultades en la sistematización y difusión de actividades. Daniel Aguerregoyen, quien fue parte del clúster por Montevideo Music Group, dijo a la diaria que en un principio se habían generado una serie muy interesante de cooperaciones y acciones a seguir, pero que luego hubo dificultades para ejecutarlas, hecho decisivo para que se retirara del proyecto. El ex director de Viví Cultura Gustavo Buquet, quien estuvo en ese cargo hasta 2010, explicó que lo que generó el desinterés de algunos participantes fueron los desacuerdos entre los privados. Actualmente se dejó de lado el puesto de facilitador y el conglomerado es coordinado por la Dicrea, por intermedio de Traverso y del músico Leonard Mattioli (La Teja Pride).

Hablando en plata

La institucionalidad pública encargada de fomentar el desarrollo de los clústers en el sector cultural fue difusa desde su inicio y fue sufriendo cambios a medida que las autoridades gubernamentales cambiaron. Los dos programas principales impulsados desde el gobierno fueron el Programa de Apoyo a los Conglomerados y Clústers (PACC) -con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo-, en la órbita de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) y el Pacpymes del Ministerio de Industria, Energía y Minería -financiado con fondos de la Unión Europea. Además, desde 2008 hasta 2011 se ejecutó el programa Viví Cultura, con financiamiento de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo obtenido por el MEC, y gestionado por intermedio de la Dicrea. Una vez concluido este financiamiento, los conglomerados de música y editorial pasaron a depender directamente de la Dicrea.

En números, desde la OPP informaron a la diaria que además de apoyo técnico, a octubre de 2012 llevan invertidos 688.212 dólares en el clúster de audiovisual y 156.449 dólares en el de diseño. Por su parte, Traverso dijo a la diaria que el presupuesto oscila en el entorno de 50.000 dólares por año para los de música y editorial.

A imagen y semejanza

La creación del conglomerado editorial fue una iniciativa del Dicrea y el MEC, en el marco del Proyecto de Industrias Culturales, en marzo de 2009. En la actualidad tiene como fin el fortalecimiento de la industria editorial uruguaya, para lo que trabaja en conjunto con la Cámara del Libro y la Asociación Uruguaya de Creadores de Historietas (AUCH).

Traverso dijo que para este caso se trató de replicar la experiencia adquirida por los clústers previos de audiovisual y diseño. “Se han hecho proyectos de capacitaciones e internacionalización junto a participación en ferias del libro internacionales [FIL]. Si bien el sector editorial ya estaba yendo a ferias, junto con la Cámara del Libro y con apoyos del departamento -y lo sigue haciendo-, nosotros tratamos de ir más allá”, expresó. Para ello generaron un proyecto de agente literario que facilitara la venta de derechos de autor en el exterior (se asistió a la feria del libro de Frankfurt y a la de Guadalajara -y a la de Bologna de literatura infantil y juvenil-). El proyecto, “Venta de derechos de autor en el extranjero/agentes literarios”, se dirigió a la capacitación de agentes en Uruguay, a cargo del consultor de la agencia literaria Antonia Kerrigan, de Barcelona, Víctor Hurtado y la escritora y traductora uruguaya Ana Luisa Valdés. El consultor y Dicrea seleccionaron a una persona -Victoria Estol- como la más competente para representar las 12 obras que integran el catálogo Books From Uruguay 2012 en las FIL de Frankfurt y Guadalajara. Hugo Achugar, director de Cultura del MEC, dijo a la diaria que “uno de los eslóganes de este año de la Dirección Nacional de Cultura [DNC] es 'Cultura uruguaya: valor agregado de exportación'. Desde el año pasado estamos trabajando, por ejemplo, con la venta de derechos de autor, algo que no existía al no haber agentes literarios, y si no hubiera sido apoyado desde el Estado, nunca se hubiera creado”, puntualizó. En la misma línea, dijo que entienden, en el error o en el acierto, que si se quiere situar los productos uruguayos y autores en el mercado internacional, es necesario crear las condiciones.

El catálogo citado pertenece al programa Book From Uruguay, impulsado desde la DNC y el Dicrea, precisamente para la formación de agentes literarios y la venta de derechos de autor en el extranjero. Los catálogos publicados han sido dos -electrónico y en papel-, una primera publicación 2010-2011 de editoriales y otra en 2012 de autores nacionales -actualmente está en proceso un catálogo de literatura infantil y juvenil-. Ante la pregunta sobre los criterios de selección del catálogo 2012, Achugar fue claro: “Hicimos distintas propuestas, algunas a las editoriales que nos proponían autores, y en otros casos hubo autores se propusieron a sí mismos. Después se dispuso la selección porque, evidentemente, hay limitaciones de presupuesto. También fueron asesorados por un consultor extranjero que dio a conocer la realidad del mercado en cuanto a qué tipo de literatura tenía más posibilidades de ser vendida. El llamado público se realizó por medio de la Cámara del Libro y las demás editoriales independientes que no la integran. “No fuimos puerta por puerta a decir: '¿usted tiene una obra maestra que le pueda interesar al mercado internacional?' o '¿tiene una obra de vampiros que parece que vende mucho y les puede interesar a los suecos?'. No, eso no lo hicimos; sería una mentira y un absurdo”, precisó.

La escritora Lalo Barrubia, que actualmente reside en Suecia, dice que la información luego de la feria ha sido vaga y confusa. “Yo entiendo que no había ningún interés de colaborar con los escritores y que sólo los he estado molestando con mis preguntas”, expresó. Por otra parte, Manuel Soriano -editor de Topito Ediciones- confesó que hasta el día de hoy no tiene la menor idea de qué sucedió en las ferias con el catálogo, ni cuáles fueron los beneficios de haber participado.

Varios integrantes del sector se han mostrado desinteresados o desinformados -algunos ni siquiera conocen la existencia del clúster-. Martín Fernández, director de la editorial Hum, dijo que funcionó y hubo muchas ideas al principio, pero que el problema consistió en llevarlas a cabo. Consideró decepcionante el mal antecedente para comenzar nuevas tareas en el futuro, pero lo atribuyó a problemas que carga el sector, al ser muy complicado en cuanto a las negociaciones y el trabajo en equipo.

Por otra parte, Alejandro Lagazeta, director de la librería La Lupa y de Criatura editora, confiesa que el clúster, tal como está planteado, es un fracaso. Dice que no funciona porque no desarrolla al sector, ya que se ha convertido en una agencia del Estado que cuenta con recursos y mantiene cargos. “Hay recursos que se están asignando y no tenemos los criterios de esa selección”, confesó. También se pregunta por qué, si se están facilitando recursos, no es posible generar una acción para facilitar el acceso de las editoriales a Buenos Aires, estando tan cerca. “Tal vez lo primero que se debe hacer es fomentar los recursos internos”, concluyó. Buquet dijo que los conglomerados tienen sentido para aquellos sectores que buscan exportar, y coincidió con Achugar en que a la Cámara del Libro (que posee una fuerte referencia en el sector, previa a la creación del clúster, a diferencia de otros sectores) “no le interesa exportar”.

Hugo Achugar se mostró de acuerdo con el diagnóstico de que los conglomerados audiovisual y de diseño son los más fuertes en el ámbito cultural, seguidos por el de música, y un escalón más abajo por el de diseño. Sin embargo, entendió que todos poseen debilidades y fortalezas diferentes. El director nacional de Cultura interpreta los discursos acerca de los distintos desarrollos de acuerdo a los intereses y beneficios que cada uno de los actores obtienen: “El viejo dicho de 'cada quien cuenta del baile según le va en él' sigue siendo cierto hoy como lo fue hace 100 años”, ironizó.