Sendak escribió e ilustró más de 80 libros para niños (más algunos para adultos) y tuvo una larga carrera como escenógrafo teatral, pero será recordado sobre todo como el autor de Donde viven los monstruos, clásico reciente de la literatura infantil.

El libro no recibió únicamente alabanzas. Cuando apareció, en 1963, algunas bibliotecas 
desestimulaban su lectura, dado que mostraba a los pequeños facetas oscuras y peculiaridades psicológicas, que, aunque usuales en los cuentos para niños tradicionales europeos, la cultura norteamericana de entonces prefería olvidar. Pero fue justamente el manejo distanciado, humorístico y desprejuiciado de lo infantil lo que colocó a Sendak en el tope de la apreciación crítica y finalmente también en la cima de las listas de ventas.

“El Picasso de la literatura infantil”: así lo definió el Times, y la frase connota, además de lo revolucionario de su trabajo, la proximidad entre la imaginación de Sendak y la de sus pequeños destinatarios.

De hecho, tras casi medio siglo de someter a incontables camadas de niños a la lectura de Donde viven los monstruos, lo que se le podría criticar a Sendak no es haber atemorizado a los pequeños con su historia, sino más bien haber despojado a los “monstruos” de su carga simbólica, desplazando su negatividad simbólica hacia figuras equivalentes.

Lo que cuenta el libro -llevado en 2009 al cine por el director Spike Jonze y el escritor Dave Eggers- es la historia de un niño, Max, quien, tras discutir con su madre, parte en una aventura onírica hacia una isla poblada de monstruos en apariencia temibles. Max consigue transformarse en rey de los monstruos (“mediante el truco de mirar fijamente a los ojos de cada uno de ellos sin pestañear una sola vez”) y lidera una fiesta; luego extraña su hogar y, desairando a sus nuevos súbditos, emprende el regreso a casa.

Para Sendak, Donde viven los monstruos era parte de una trilogía que incluía In the Night Kitchen (1970) y Outside Over There (1981). In the Night Kitchen también sufrió cierta censura parcial, ya que mostraba a un niño desnudo.

Nacido en Brooklyn (Nueva York) en 1928, en el seno de una familia de inmigrantes polacos, Sendak quebró otro tabú de la literatura infantil cuando hizo pública su homosexualidad hace un par de décadas. Activo hasta el final, tenía un nuevo libro en preparación, My Brother’s Book, que aparecerá este año. El anterior había publicado Bumble-Ardy, adaptación de una historia animada que había realizado en el programa Plaza Sésamo en los años 70 y promocionó el libro, de manera inusual para sus reservadas costumbres, en televisión. Como parte de esa campaña estuvo en The Colbert Report, donde definió su encare de la literatura infantil: “Yo escribo libros. Después otro dice ‘eso es un libro para niños’. Yo no trabajo para hacer a los niños más felices o para hacerles la vida más fácil”.

Caloi (1948-2012)

También ayer se conoció la noticia de la muerte del historietista argentino Carlos Loiseau, Caloi. Su creación más conocida fue Clemente, sobre un hiperkinético bípedo, que arrancó como tira diaria en Clarín en 1973 (en el que continúa apareciendo) y dio otro salto en popularidad en 1982, cuando protagonizó una serie de cortos televisivos sobre el Mundial de ese año. Allí apareció el cantito “Burum bum bum, burum bum bum, yo soy el hincha de Camerún”, que se transformó en un delirante himno popular en ambas márgenes del Plata. La animación era uno de los intereses permanentes del dibujante, que durante varios años realizó el programa de difusión Caloi en su tinta.