Seis ejes temáticos (distribución, exhibición y circulación de contenidos; producción; posicionamiento internacional y ampliación de mercados; formación técnico-profesional; formación de audiencias y patrimonio audiovisual) se debatirán en un Compromiso Audiovisual convocado por el Instituto del Cine y Audiovisual de Uruguay (ICAU), la Asociación de Productores y Realizadores de Cine del Uruguay (Asoprod) y la Oficina de Locaciones Montevideanas, con el objetivo de redactar un documento que organice el panorama del cine local. Desde junio a agosto se realizarán diversas comisiones de trabajo entre actores públicos y privados del sector audiovisual para llegar a un acuerdo estratégico que abarque los próximos cinco años.

“Asoprod se reunió con los representantes de los exhibidores -dijo a la diaria el presidente de esta asociación, el cineasta Esteban Schroeder-a raíz de todas las preocupaciones que se han ido manifestando. Les planteamos formalmente, en virtud de la importancia que le asignamos a esta instancia de compromiso audiovisual, si podían suspender la aplicación del VPF [Virtual Print Fee o cuota de pantalla; ver http://ladiaria.com.uy/UEj ] hasta que finalice la instancia del debate interno en el que estamos”.

La iniciativa de este compromiso surgió en una instancia de diálogo con el ministro de Educación y Cultura, Ricardo Ehrlich (en noviembre), cuando se le plantearon circunstancias preocupantes y problematizadoras que había recibido la asociación en el desarrollo de sus actividades.

Schroeder se mostró preocupado por la falsa imagen de bonanza que cree que se ha establecido en torno al cine, ahora que se cuenta con una ley de cine, un instituto, fondos y estrenos constantes -frecuentemente premiados-. “Es muy paradójico estar recibiendo reconocimientos internacionales y por otro lado viviendo una amenaza total para la continuidad de la Film Commission [ver http://ladiaria.com.uy/UEl ], que es la única estructura de fomento de la producción nacional que contamos en el mundo”. Según Schroeder, las instancias de trabajo del Compromiso Audiovisual estarán dirigidas a estudiantes y ciudadanos en general, además de a aquellas personas específicas del sector, en una convocatoria abierta. Piensa que tal vez se podría generar una red de salas alternativas por iniciativa de la sociedad civil, ya que para ellos todos son protagonistas directos en el proceso. “Hacer esto público forma parte de la misma 
idea: compartir”.

Al ser consultado sobre el resultado final del documento a generar, Schroeder fue optimista: dijo que se diseñaría un plan de trabajo, se cerraría el 21 de agosto -con la firma de un compromiso-, y respecto de los seis ejes temáticos se llegaría a cifras concretas, junto al presupuesto necesario para poder concretar los nuevos proyectos. “El acuerdo que tenemos junto al ICAU es el de llegar a este documento compartido, pero una vez finalizado, Asoprod recupera su autonomía institucional. Ahí golpearemos la puerta a los candidatos presidenciales, y sea cual sea el resultado, el 2 de marzo estaremos hablando con el presidente electo. Incluso ayer estuvo presente Edgardo Ortuño [subsecretario del Ministerio de Industria, Energía y Minería], y eso para nosotros es importante. En julio estaría promulgada la ley de medios, que será muy compleja de implementar. Ortuño ratificó el compromiso del Ejecutivo en promulgar la ley dentro de los tiempos que se han establecido.

La solución uruguaya

El presidente de Asoprod recordó que recientemente se concretó un acuerdo inédito en el marco de la convocatoria de los Consejos de Salario, entre el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, la Sociedad Uruguaya de Actores y Gremiocine. Sin embargo, “supone acuerdos muy problemáticos para los productores, ya que implica asumir el compromiso de la renovación automática de las contrataciones, cuando los fondos centrales con los cuales se mueve la producción nacional siguen establecidos desde 2008, sin ningún criterio de ajuste, por lo que se corre a velocidades distintas. Se suscriben a algo muy inédito en la región, como es lograr acuerdos desde la formalización en la cadena productiva de carácter artístico, lo que no deja de incluir una paradoja”.

El cineasta señala que la existencia de una industria audiovisual es algo muy nuevo, parte de un proceso que comenzó en los últimos 15 o 20 años. Al implicar a muchas personas, cree que es necesario ofrecerle participación a todo el conjunto, en una discusión sobre qué es el audiovisual, sobre todo como bien común. “A lo largo de dos meses se documentará una serie de discusiones en torno a seis ejes temáticos, junto a diagnósticos preliminares planteados siguiendo una idea muy clara: llegar al 21 de agosto con un documento firmado que implique una proyección responsable en los próximos cinco años, junto a una planificación de recursos financieros de todo lo que implica esta transformación”.

Considera fundamental aumentar la inversión pública en el sector, para lo cual se aspira a conformar una argumentación “convincente”, a la vez que se quiere presentar de manera sólida todo lo que es posible realizar en un campo mayor al de la producción de cine. En cuanto a este aspecto, Schroeder señala como algo relevante la formación de público, estableciendo relaciones formales entre el cine y la educación, y objetivos muy concretos e incluso vinculados a problemáticas trascendentes en la contingencia diaria de la educación. “Se podría repensar los procesos educativos, quizá desde el lenguaje audiovisual como elemento protagonista, reflexionar la formación desde el audiovisual, e incluir este concepto en los centros formales de enseñanza primaria y secundaria. Si lo hacemos con rigor, podemos llegar muy lejos”.

Al ser consultado sobre el comunicado que publicaron Cinemateca, Cine Universitario y la Asociación de Críticos de Cine del Uruguay (en el que se reclama un rol más activo por parte del Estado en varios aspectos), Schroeder sostuvo que realizaron la gestión con los exhibidores antes de conocerlo. “Es obvio que ellos (Cine Universitario y Cinemateca) van a participar en las mesas; veremos a qué podemos llegar. Ese comunicado demandó una reacción pero no estableció propuestas”, dijo.

Contó que sus experiencias con respecto a las normas que se han aplicado en distintos países establecen que muchas fueron buenas y otras no, aunque los resultados nunca son homogéneos. Considera que la degradación de los vínculos -al guiarse por decreto la relación entre productores y distribuidores- que genera una imposición es muy compleja. “Objetivamente hay un elemento que surge de la realidad: la aplicación del VPF reinterpreta lo que antes era el implemento físico de la copia en celuloide. Ese costo que hoy se traslada al VPF antes de alguna manera estaba un poco impuesto en la impresión de la copia. En principio esto no rompe tanto con dinámicas o rutinas ya establecidas”.

“Asoprod solicitó a los exhibidores que establezcan con claridad cuáles son los criterios del cobro de VPF, ya que no es algo fijo para la primera semana, o para la segunda o tercera. Falta información para poder comprender el alcance de la medida. Brasil, por ejemplo, subsidia el VPF, porque cree que el Estado debe proteger sus obras nacionales. Es una alternativa, pero habrá que discutirlo”.

El directivo considera -siguiendo una reflexión personal y no institucional- que esta situación es mucho más dramática por lo que implica la concentración de control por parte de los distribuidores que por la implicancia del VPF. “Los exhibidores, y en definitiva los grandes sellos, tendrán un control general de todo lo que está ocurriendo en las salas del mundo y en todas las funciones. La posibilidad de acceso al cine independiente será mucho más compleja. Desde esta perspectiva, para nosotros es muy trascendente la organización de un circuito cultural alternativo, sin prescindir del circuito comercial. Seguramente nos digan que el cobro del VPF se suscribe a algo que se desarrolla en todo el mundo entre los grandes sellos, y que no hay otras posibilidades. Veremos cómo se desarrolla, habrá que escucharse y ver qué surge. Tal vez este gran problema de la globalización se deba enfrentar con soluciones locales”. Con respecto a esto, cree que la máxima esbozada por Fernando Epstein es muy pertinente: “Quizá logremos encontrar una solución uruguaya a un problema global”, concluyó.