Con la cantidad de series de televisión que llegan a las diferentes plataformas, sumadas a las que uno lleva acumuladas en años de deficiencia de vitamina D, no es difícil experimentar la famosa sensación de déjà vu. No literalmente, que eso también ocurre y es bastante perturbador, sino en el sentido de “esta historia ya la vi mil veces”.

Eso mismo me ocurrió con el tráiler y los primeros minutos de Bebé reno (Baby Reindeer), una de las últimas miniseries de Netflix (aunque para el momento en que esto salga publicado habrá decenas más), que cuenta la historia de un comediante frustrado que debe sufrir los embates de una acosadora (eso que los angloparlantes llaman stalker).

No era descabellado pensar que la trama iría por lugares conocidos: aquel interés sexual llevado al intento de homicidio de Atracción fatal, la enfermera fanática convertida en carcelera de Misery, o la compañera de apartamento obsesionada de Mujer soltera busca. Pero nombremos a algún hombre, por favor: Max Cady en las diferentes Cabo de miedo, y ni que hablar el instalador de cable desquiciado que interpretó Jim Carrey en El insoportable.

En muchos casos la cosa comienza como un juego, se va poniendo seria, la víctima del acoso reacciona ante el peligro y alguno de los protagonistas pierde la vida (aunque Jim Carrey sobrevive para seguir acosando). Son pequeñas variantes de tramas que atraviesan estructuras clásicas y que incluso así logran ponernos los pelos de punta. En cambio, Bebé reno tal vez no sea una “deconstrucción del género” (cómo nos gusta que nos deconstruyan), pero es una historia que se atreve a usar grises en situaciones que suelen presentarse en estricto blanco o negro.

Nuestro protagonista se llama Donny y está interpretado por Richard Gadd. Mientras lucha por hacerse un lugar en el mundo de la comedia, trabaja en la barra de un bar y allí llega Martha (una majestuosa Jessica Gunning). Lo primero que los une es la lástima: Donny la ve mal, imagina su existencia miserable y le invita una bebida, sin saber que estaría complicándose la vida durante semanas, meses, años.

Lo que le sigue es lo más esperable. Ella se obsesiona con él, se hace presente todos los días en el bar, horas antes del horario de apertura, y luego comienza el stalkeo a través de las redes sociales y en especial del correo electrónico, con cientos y cientos de mensajes cortos enviados por ella por día. Terminará concurriendo a sus actuaciones de comedia, con resultados diversos.

La diferencia con otras historias del género es cómo Donny maneja la situación. Teniendo innumerables ocasiones para ponerle freno a su acosadora, no lo hace. No sabe manejar la culpa que le ocasionaría dejarla sola, además de ser un amante del drama. A esto se suman los secretos que atraviesan su vida, desde el rol de cómico que ignoran sus empleadores hasta las citas con una mujer trans (Nava Mau) en rincones aislados de Londres.

El capítulo cuatro, el central de los siete que componen la serie, es como el palito largo del Tetris que llega a liberar varias líneas en simultáneo, pero que por nervios o por falta de pulso colocás en el lugar incorrecto. Allí se cuenta una historia durísima acerca del pasado de Donny, que hace que muchas de las decisiones polémicas del personaje tengan sentido en medio de una existencia tan dolorosa.

Bebé reno tiene un final anticlimático, entre otras cosas, porque lo que vemos está basado en la experiencia de Richard Gadd con una acosadora y con situaciones de su vida que lo dejaron a la merced de los abusos ajenos. Detalles como estos han hecho que la serie sea comparada con I May Destroy You, el sincericidio audiovisual de la también británica Michaela Coel. De Martha se habla menos, pero en ningún momento se la deshumaniza; detrás de sus conductas terribles hay una persona incluso más rota que Donny/Richard.

La miniserie es redondita, más allá de que por momentos la banda sonora demasiado literal pueda distraer, o de que el éxito (o no) de los chistes del comediante sobre el escenario sea demasiado conveniente dependiendo de la necesidad dramática. Aunque es difícil de ver, Bebé reno habla sobre varios asuntos que suelen tratarse con más pompa que reflexión y sin el conocimiento de causa que trágicamente Gadd aporta en este caso.

Bebé reno, con Richard Gadd y Jessica Gunning. Siete episodios de entre 30 y 45 minutos. En Netflix.